La crisis capitalista comenzó a concentrarse con particular intensidad en el Estado burgués a partir del estallido capitalista del 2008 que hoy se transformó en la mayor crisis de todos los tiempos.
Las grandes empresas no pueden sostenerse sin la transferencia de recursos públicos.
Los estados burgueses han destinado montañas de recurso para comprar títulos financieros podridos en su valor total, además de otorgar préstamos super subsidiados a tasas cercanas al 0%. Sin eso todos los monopolios fracasarían.
Durante la “pandemia”, la economía mundial funcionó de manera muy artificial, anabolizada por trillones repasados por los estados burgueses para mantener la economía funcionando, o sea las ganancias de las grandes empresas.
En Japón, el estado ha estado entregando $750 mil millones anuales a los monopolios mediante la compra de bonos basura a su valor total.
En Europa, el BCE (Banco Central Europeo) lo ha intentado todo para contener la caída de beneficios, llegando incluso comenzó a comprar títulos podridos, lo que hacía algunos años lo había evitado a cualquier costo. Esta política se desvaneció rápidamente, avanzando hacia la última zona de contención, Alemania y Francia.
El alza de los salarios en el mercado manufacturero asiático, debido al aumento de las presiones inflacionarias y la lucha de los trabajadores, fue uno de los factores que llevaron a la quiebra de las políticas “neoliberales” en 2008. El salario promedio de los trabajadores chinos empleados por las grandes empresas era de aproximadamente 30 dólares al mes en la década de 1980. Hoy son diez veces mayores. No por algún caso, los Estados Unidos implantaron las “maquiladoras”, las plantas industriales manufactureras, en México, e impusieron la “reforma laboral” con Peña Nieto, lo que representó un importante achatamiento salarial.
“Neoliberalismo” y “keynesianismo”
El llamado “neoliberalismo”, de hecho, fue una política de crisis, impuesta a escala mundial a partir de la segunda mitad de la década de 1980, en un intento de contener la caída de las ganancias de los monopolios que se había acelerado a partir de la crisis mundial de 1974.
La contención de la Gran Depresión de la década de 1930 sólo fue posible por medio del despegue del gasto estatal a gran escala y la gigantesca destrucción de las fuerzas productivas provocada por la Segunda Guerra Mundial.
La crisis del petróleo de 1974 puso una lápida sobre las políticas “keynesianas” de gasto estatal masivo en los sectores más parasitarios de la economía, especialmente en el sector armamentístico, para mantener en funcionamiento el sistema capitalista.
El colapso capitalista de 2007-2008 apenas pudo contenerse mediante una avalancha de crédito y billones de fondos públicos destinados a rescatar a los monopolios fallidos
El núcleo de la economía capitalista mundial es la especulación financiera, apoyada por los estados burgueses, que han batido todos los récords históricos de deuda. La perspectiva es que el empeoramiento continúa. El mundo se ha transformado en un auténtico casino de juegos y apuestas con el objetivo de que el puñado de especuladores que lo dominan pueda seguir obteniendo tasas de beneficio obscenas.
Las principales leyes del capitalismo analizadas por Karl Marx han comenzado a actuar de manera aún más intensa que en el siglo XIX, llevando las contradicciones al extremo.
La superexplotación de los trabajadores alcanzó niveles de semiesclavitud con la incorporación de cientos de millones de trabajadores asiáticos y de Europa del Este, y con la destrucción del llamado “estado de bienestar”.
A pesar de los recursos públicos, la crisis aumenta
El principal mecanismo que permitió al capitalismo superar la depresión de la década de 1930 fue la escalada de la intervención estatal burguesa en la economía.
El “keynesianismo” fue la corriente de la economía burguesa que dio cuerpo teórico a la necesidad del Estado de promover inversiones con el objetivo de servir como motor de la economía. El gasto militar se disparó y se estructuró el llamado complejo industrial militar en los países desarrollados, lo que desencadenó el parasitismo de los recursos públicos por parte de los monopolios.
La crisis capitalista del 2008 sepultó el papel “redentor” del Estado burgués, que ahora aparece como el gran concentrador de la crisis capitalista.
El gigantesco y creciente endeudamiento público muestra claramente que las crisis no reciclan el capitalismo. Permiten la operación continua, pero a costa del debilitamiento continuo del sistema. La comparación que ilustra gráficamente este fenómeno sería la edad de un ser humano que sigue viviendo a medida que envejece, pero con enfermedades, y alimentado por fármacos e injertos cardíacos.
Es un contenido cada vez más parasitario y podrido protegido por un cascarón que es el Estado burgués. El papel histórico de la revolución proletaria, que representa el último acto de la evolución histórica del capitalismo, radica en la destrucción de este cascarón y en la expropiación de los medios de producción al puñado de parásitos financieros que dominan el mundo.
La bancarrota capitalista de 2008 también quebró las teorías “neoliberales”
Las teorías “neoliberales” de la Escuela de Chicago, encabezadas por Milton Friedman, fueron duramente golpeadas por la quiebra de 2008, luego de haber sido el referente del llamado modelo “neoliberal” que se impuso a escala mundial a partir de la segunda mitad de la década de 1980.
La base teórica del “neoliberalismo” es la tesis de que bastaría con controlar el déficit público y la inflación a través de medidas monetaristas, y promover el llamado “libre mercado” para que el capitalismo, supuestamente, se convierta en un huracán de crecimiento y libertad.
En la práctica, la gran mayoría de los economistas burgueses son meros operadores de hojas de cálculo, especializados en operar en la especulación financiera, o especialistas en econometría.
En los últimos tiempos, la burguesía ha estado tratando de promover una corriente de teoría económica encabezada por Lydwig von Mises, seguidora de la llamada Escuela Austríaca, de la cual fue seguidor Friedich Hayek, el mentor teórico de Milton Friedman.
El núcleo de estas teorías se construye sobre la denominada “acción humana”, que representaría la actividad consciente de los seres humanos para alcanzar las metas subjetivas o mentales de los individuos. De esta forma, la economía no estaría basada en leyes o desarrollo histórico. Ni siquiera habría condiciones para estudiarlo como ciencia, ya que estaría basado en unos dogmas supuestamente evidentes, como que los individuos tratan de conseguir la mayor satisfacción al menor coste.
Las teorías económicas burguesas demuestran una estupidez intelectual extrema, ya que no buscan analizar los fenómenos de la realidad, sino servir de base para salvar a toda costa las ganancias de los grandes capitalistas, arrebatar las riquezas de la sociedad y promover el gran capitalismo. ataque a gran escala contra las masas trabajadoras, y la mayor depredación del medio ambiente en la historia de la humanidad.
Globalización y capitalismo nacional
El capitalismo es un sistema social que está intrínsecamente ligado al funcionamiento dentro de las fronteras nacionales.
La llamada globalización y la acción de los monopolios eleva la tensión al extremo y conduce a una competencia entre ellos a una escala mucho mayor a nivel mundial.
La dependencia del Estado rompe la acción del capitalismo liberal en el siglo XIX, cuando los capitalistas industriales abrieron una fábrica para obtener ganancias.
Ahora, las ganancias de las super grandes empresas dependen de los recursos públicos obtenidos de la especulación financiera.
Ambos factores no son propios del capitalismo, sino semillas del socialismo (economía mundial y planificada) dentro del capitalismo parasitario, del mismo modo que las ciudades fueron un órgano extraño dentro del Feudalismo y la Edad Media.
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