Rumbo a la hiperinflación

Rumbo a la hiperinflación

El fantasma de la hiperinflación asombra no solo a América Latina, sino también a Europa, a Estados Unidos y a todo el mundo.

El fantasma de la hiperinflación asombra no solo a América Latina, sino también a Europa, a Estados Unidos y a todo el mundo.

La crisis capitalista mundial que se abrió en el 2008 no solo no se cerró sino que escaló y se transformó en la mayor crisis capitalista de todos los tiempos, reconocida incluso por los principales observatorios del capital financiero. Las ganancias de las super grandes empresas fueron mantenidas con repases enormes de recursos públicos y el aumento de la especulación financiera.

A partir de finales del 2012 esa política volvió a presentar serias dificultades. En agosto del 2019 el mundo capitalista se encontraba tan fragilizado que las tasas de interés de la especulación financiera a 1 año pagaban más que las tasas a 20 y 30 años.

El problema de liquidez era tan grande que el Banco Central norteamericano no solo no pudo “librarse” de sus US$ 5 billones de títulos podridos, vendiéndolos en el mercado de high yields (o títulos podridos), sino que tuvo que aumentarlos. Hoy suman casi US$ 10 billones.

Ese es el hecho objetivo que está por detrás de la “pandemia” como parte de una política militar para salvar el capitalismo que se ve imposibilitado, por sus propias contradicciones internas, a poner de pie una política estructural para salir de su crisis.

Los volúmenes apocalípticos de capitales ficticios/ especulativos no pueden ser destruidos porque de ellos dependen las ganancias de las grandes empresas y la reproducción ampliada del capital.

La salida capitalista para su crisis pasa por una profunda destrucción de fuerzas productivas e implica en grandes guerras. No por acaso, el imperialismo norteamericano empujó una superpotencia militar como Rusia a la guerra en Ucrania y ahora, no solo sabotea el armisticio sino que también la empuja a que use armas nucleares tácticas.

¿Por qué la hiperinflación?

La continua producción de dinero sin lastro productivo para salvar las ganancias de los monopolios funciona como el uso de gasolina para apagar un incendio.

Solo desde el inicio de la “pandemia”, en los Estados Unidos fueron repasados por medios “no tradicionales” más de US$ 10 billones. Y se trata de dinero podrido, sin lastro productivo.

La creciente recesión con inflación, un fenómeno que los economistas denominan “estagflación”, revela otra importante distorsión. La recesión, caída del consumo, debería venir acompañada por deflación y no inflación.

Los estoques del mercado mundial siguen muy altos, lo que obligaría a bajar los precios. Pero la inflación ya había aumentado mucho desde 2019, ahora con la guerra se fue a las alturas.

La inflación, el desempleo y el saqueo de los países atrasados están en la línea delantera de la crisis en relación al impacto directo sobre los trabajadores y las masas.

La hiperinflación le permitiría a los capitalistas gestionar los volúmenes obscenos de endeudamiento y crédito. Pero ¿por cuánto tiempo?

Los niveles de parasitismo del capitalismo son enormes. La dependencia del estado es total. Solo la especulación con los llamados derivados financieros supera en casi 40 veces la producción mundial anual, que ya es bastante parasitaria.

En el próximo período, veremos la ampliación de las guerras, el endurecimiento de los regímenes políticos burgueses y, en contrapartida, el levantamiento de masas.

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