Conforme la mayor crisis capitalista de todos los tiempos se desarrolla, vuelven a hacer parte de la lucha política conceptos básicos sobre el capitalismo, como si la crisis capitalista es cíclica o permanente, como actúan las leyes fundamentales del capitalismo en el escenario inaugurado en 2008 y que pasó con el llamado “neoliberalismo”.
El capitalismo monopolista, el imperialismo, ha exacerbado todas las contradicciones inherentes al capitalismo desde el siglo pasado.
Los movimientos cíclicos, característicos del capitalismo hasta la segunda mitad del siglo XIX, en la etapa del liberalismo, se convirtieron en crisis permanentes. Los llamados “años dorados del capitalismo” (1948-1968) en los países desarrollados se agotaron definitivamente, pues se sustentaron sobre la base de absurdas transferencias de recursos a los monopolios y la sobreexplotación de los países neocoloniales.
No existen más movimientos cíclicos definidos como en el siglo XIX. Los movimientos llevan a crisis cada vez peores, donde el organismo burgués después de cada uno no se recicla, sino que se pudre cada vez más.
Los monopolios, además del aumento de la superexplotación de los trabajadores, han intentado agilizar los procesos de venta y reducir los inventarios, con el objetivo de acelerar el ciclo de rotación del capital, pero se han visto impactados por el creciente empobrecimiento de las masas.
La crisis de sobreproducción relativa está en la base de la actual crisis capitalista. La diferencia con las crisis analizadas por Karl Marx en su obra cumbre El Capital es que las crisis cíclicas quedaron atrás hace mucho tiempo, con el surgimiento de los monopolios imperialistas.
Ahora, cada nueva crisis conduce a un nuevo bypass cardíaco para el capitalismo. Por esta razón, cada nueva crisis debilita mucho el régimen general.
Karl Marx encontró que el ciclo de crecimiento económico en el capitalismo conduce a crisis de superproducción debido al proceso de reproducción ampliada del capital intrínseco al capitalismo: los capitalistas se ven obligados a reinvertir una parte de las ganancias y la competencia los lleva a automatizar los procesos industriales, ampliando la producción infinitamente.
La principal contradicción de la acción de esta ley reside en el método de apropiación privada de los resultados, frente a la socialización de los procesos productivos, que representa un gran obstáculo para el desarrollo de las fuerzas productivas.
La crisis mundial del 2008 puso de rodillas a las políticas “neoliberales”.
¿Cómo actúan las leyes fundamentales del capitalismo desde 2008?
Las leyes fundamentales del capitalismo analizadas en detalle por Karl Marx siguen funcionando hoy en todo lo esencial, cada vez con mayor intensidad y exacerbando hasta el límite las contradicciones del sistema.
En la fase actual del capitalismo, de los monopolios, la última fase del capitalismo, el capital adquirió la forma de capital financiero, la fusión entre el capital bancario y el capital industrial, como lo describió de manera magistral Vladimir I. Lenin en el famoso libro de 1917, Imperialismo: Etapa superior del capitalismo. Esta es la clave fundamental para entender la sociedad actual.
El capital financiero no implica que las leyes fundamentales e intrínsecas al capitalismo, analizadas por Marx dejarían de operar. Al contrario. La acción de estas leyes ha elevado las contradicciones a niveles extremos debido a los límites mismos del capitalismo.
La automatización de los procesos industriales llevó a la lona las ganancias de los monopolios en los países desarrollados. Es la acción de la ley de la tendencia a la caída de la ganancia. Para contenerla, los capitalistas comenzaron a explotar la mano de obra semiesclava de varios países y se centraron cada vez más en la especulación financiera que está en la base de las ganancias de las aproximadamente 30 mil grandes empresas que dominan el mundo.
El capital financiero busca apropiarse de la mayor parte de la plusvalía mundial a favor de los monopolios.
Los activos ficticios, la especulación financiera, que hoy representa el corazón del capitalismo, son mecanismos de apropiación de la riqueza real y adquirirán volúmenes gigantescos. Por eso, el parasitismo ha crecido a un ritmo alarmante, con el objetivo de contener la caída de la tasa de ganancia en beneficio de los monopolios y aumentar la transferencia del peso de la crisis sobre las masas trabajadoras.
Agotados los mecanismos de contención establecidos desde 2008, la producción real entra en una recesión más profunda y la especulación financiera asciende a niveles cada vez más monstruosos.
Sin destruir el capital ficticio, y aún peor al aumentarlo, es imposible superar la crisis capitalista. Es exactamente por ese motivo que la potencia dominante, el imperialismo norteamericano, impone la guerra a cualquier costo y con superpotencias militares como Rusia.
Es una guerra total, de vida o muerte, para el capitalismo y también para la Humanidad.
Las guerras contrarrevolucionarias andan de la mano de las revoluciones, y viceversa. Caminamos rápidamente al enfrentamiento abierto entre la burguesía, y los trabajadores y los pueblos oprimidos de todo el mundo.
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