Mayo Francés. «La Humanidad será feliz cuando el último burócrata sea colgado con las tripas del último capitalista».

 Mayo Francés. «La Humanidad será feliz cuando el último burócrata sea colgado con las tripas del último capitalista».

El Mayo Francés fue el primer gran movimiento de masas en Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Tuvo influencia en América Latina: México, Brasil con el movimiento estudiantil y metalúrgico, Uruguay, Argentina y Chile.

Su contexto empieza en la década de 1960, cuando seguía la Guerra de Vietnam. De la inestabilidad surgieron grandes levantes y hasta mismo revoluciones, como por ejemplo, la Revolución Cubana, la lucha antifranquista en España, los movimientos de liberación latinoamericanos y africanos. Pero, los movimientos que más influenciaron el sentimiento anti imperialista en Francia fueron las guerras de Argelia e Indochina.

Entonces, como en todo periodo de grandes levantes, el imperialismo francés estaba pasando por una gran crisis. El día 03 de mayo de 1968, estudiantes ocuparon la Universidad de La Sorbona; el pedido por reformas educativas evolucionó rápidamente para la exigencia de reformas políticas. A partir de este momento el gobierno del general De Gaulle escaló la represión. Los estudiantes llevaron la protesta a las calles, lo que “contaminó” otros barrios. El día 10 de mayo, una semana después, hubo enfrentamientos entre los estudiantes y la policía y el ejército.

El día 13 de mayo, los trabajadores inspirados por los estudiantes, empezaron a realizar huelgas generales por todo el país. Así, empezaron a surgir consejos de estudiantes y consejos de obreros con ocupaciones de prácticamente todas las fábricas importantes del país. Esta situación duró casi el mes entero.

Frente a estas grandes movilizaciones masivas ¿Qué hizo el gobierno?

El general Charles Le Gaulle fue personalmente a la parte de Berlín controlada por el Ejército Francés y le pidió al Estado Mayor francés en el extranjero que invadieran a Francia. Los generales al escuchar la propuesta de Le Gaulle, se asustaran y llegaran a la conclusión de que atender ese pedido podría ocasionar una revolución.

A partir de ahí, el gobierno francés tuvo una brillante idea (idea que todavía es aplicada en muchos países): lo mejor para controlar los movimientos y la huelga general era usar a la izquierda oficial.

Al final del mes de mayo, el gobierno de De Gaulle llamó a las direcciones de los sindicatos, de las organizaciones de masa y principalmente del Partido Comunista y del Partido Socialista, ambos con importante influencia de masas, y acordaron convocar a elecciones para una nueva asamblea nacional. 

Esa “jugada” dio sus resultados, pues los obreros empezaron a volver al trabajo y los estudiantes a las clases. De este modo, el gobierno pudo tomar ciertas medidas, como declarar ilegales numerosas organizaciones de izquierdas y cualquier concentración considerada peligrosa que pasó a ser duramente reprimida. Aún así, el movimiento en las calles duró algunos años más, con fuertes huelgas y manifestaciones, por lo menos hasta el inicio de la década de 1980 cuando el gobierno del «socialista» François MItterrand se encargó de destruir casi todas las organizaciones de masas.

En la década de 1970, el movimiento de masas en Francia volvió a acentuarse nuevamente con la crisis de 1974.

Los trabajadores franceses por muy poco no tomaron el poder; el movimiento solo fue derrotado por cuenta de la cooptación de la izquierda oportunista.

Una medida de contención similar fue utilizada para contener a la revolución de 1974 en Portugal, en donde la izquierda oportunista ayudo a acabar con las organizaciones obreras y con la organización revolucionaria de las tropas del ejército.

De todos modos, si bien la izquierda controló el movimiento, la misma perdió mucha fuerza. Ese fue el efecto colateral. 

Hoy en día, prácticamente casi todos los partidos y sindicatos de la izquierda oficial en Europa, y también en América Latina, perdieron casi totalmente su legitimidad.

En el próximo periodo, debido al nivel brutal de la crisis del capitalismo, inevitablemente surgirán otros «mayos franceses», aunque obviamente tendrán otras características.

Si bien los trabajadores pueden estar pacificados en este momento, cuando la crisis se vuelve insoportable, los estallidos sociales son inevitables. Pero como la burguesía también juega, y muy duro, en defensa de sus intereses, cuando no hay organizaciones de masas independientes de la burguesía la tendencia es que los movimientos tiendan a ser cooptados.

Por ese motivo, la tarea de todo revolucionario es prepararse para el próximo período, organizar una estructura potencialmente fuerte, con la capacidad de dirigir el movimiento de masas y conducir los trabajadores y el pueblo oprimido a la victoria.

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