El día 28 de septiembre de 2022, uno de los principales observatorios de los grandes capitalistas, la revista The Economist, publicó un artículo titulado “Como no gobernar un país”.
La repercusión se extendió a toda la propaganda burguesa mundial. El The Wall Street Journal publicó un día después el artículo “Lo que realmente fue mal en el Reino Unido”
La defensa de Truss se combina con acusaciones contra los últimos 12 años de gobierno, la bancarrota del sistema de pensiones, la imposibilidad de no seguirle pasando ríos de dineros públicos a los grandes capitalistas (porque si no todos ellos se irían a la quiebra) y el pánico contra la escalada de la inflación. Y todo empeorado por la falta de legitimidad de Truss, ya que a ella la eligieron 81 mil miembros del Partido Conservador, lo que representa el 0,6% de los votantes habilitados.
“El punto es que Gran Bretaña estaba en un lío económico antes de que Truss asumiera el cargo, y no existe un universo alternativo en el que las políticas que han fracasado durante 12 años de repente comenzarían a funcionar en la cúspide de una recesión global. La elección es la apuesta de una reforma política importante o la certeza de un declive más pronunciado.”
El otro principal vocero de la burguesía imperialista destacó que el Reino Unido es la única de las siete principales potencias que aún no ha podido recuperar la economía a los niveles anteriores a la “pandemia”.
¡La burguesía imperialista está estupefacta!
No sabe como salir de su mayor crisis de todos los tiempos.
Las críticas contra la nueva primer ministro británica, Lisa Truss, son muy duras y llaman la atención porque ella es del ala derecha del Partido Conservador inglés, una admiradora declarada de Margareth Thatcher.
Las políticas centrales de Truss no tienen nada de nuevo. Ya les hizo un importante corte de impuestos a los grandes ricos y anunció varias medidas contra los programas sociales.
Los resultados inmediatos no podían ser peores. La libra esterlina se fue a pique, los grandes especuladores financieros usaron los recursos para especular con los títulos más podridos, la inflación se fue a las nubes y los precios de la energía, a las puertas del invierno, se han vuelto insoportables.
El Banco de Inglaterra se vio obligado a intervenir para evitar una crisis parecida con la que pasó con el Lehman Brother en el 2007.
La novedad de Truss radica en que esas políticas “neoliberales” tienen el potencial de hacer estallar el barril de pólvora social llamado Inglaterra, que es una de las principales potencias imperialistas.
Los volúmenes gigantescos de capitales ficticios no son nada fáciles de limpiar porque todas las grandes empresas dependen de ellos para mantener sus ganancias.
Las contradicciones del capitalismo han llegado a un punto culminante.
La crisis capitalista sigue avanzando con fuerza rumbo a un nuevo gran colapso, que deberá ser más fuerte que el de 2008.
Esta vez, América Latina estará en la línea delantera en la caída al precipicio.
La burguesía intenta salvarse de su peor crisis con guerras, dictaduras y el fascismo.
Los trabajadores y los oprimidos precisan luchar, porque la burguesía solo entiende el lenguaje de la fuerza de la movilización popular.
¿Quién irá movilizarlos? Como sus organizaciones se encuentran cooptadas por pequeño burgueses que actúan al mando de los capitalistas, es la presión del capital en crisis que los obligará a luchar.
El papel de los revolucionarios es actuar desde ahora para intervenir en la situación política real.
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