Por: Hugo Flores Del Carpio.
Si no eres rebelde no comienzas la lucha.
Son los hombres y las mujeres con el corazón solidario, el espíritu rebelde, la mentalidad organizadora, ganadora y el coraje para decirle basta a toda injusticia, los que todo lo convierten en rebeldía a pesar de la muerte anunciada y marchan sin temor hacia las causas más nobles como la libertad y la independencia. Así fueron los esposos José Gabriel Condorcanqui y Micaela Bastidas, dijeron ¡Basta!. El 4 de noviembre de 1780, en el pueblo de Tinta, Cusco, José Gabriel Condorcanqui Noguera, Cacique de Surimana, Tungasuca y Pampamarca, toma el nombre de Tupac Amaru II y con su compañera y esposa se sublevan en contra de la Corona española demandando la libertad de todas las colonias hispanoamericanas. Con la Gran Rebelión de Túpac Amaru, secundado por Micaela Bastidas se inician las luchas libertarias que culminarían 44 años después en las pampas de Ayacucho, sellando la independencia de las colonias hispanas.
Algunas de sus exigencias.
Al iniciar la rebelión, Tupac Amaru tomó prisionero, enjuició y ejecutó públicamente al corregidor de Tinta (Cuzco), Antonio de Arriaga. Las noticias sobre la sublevación rápidamente se extendieron, llegando por el sur hasta el virreinato del Río de la Plata. En los enfrentamientos con el ejército español fue logrando importantes victorias, como la conseguida en el pueblo de Sangararà, elevando la moral de su ejército y el número de sus combatientes. Túpac Amaru, excomulgado de la Iglesia Católica, sabía y divulgaba muy bien los motivos de la rebelión. Fue el primero en pedir la libertad de toda Hispanoamérica de cualquier tipo de dominio, la eliminación de toda forma de explotación indígena, quitó los impuestos y decretó la abolición de la esclavitud negra por primera vez en la América hispana, entre algunas de sus principales acciones.
Captura.
Para derrotar la revolución se tuvo que movilizar tropas desde Lima y de Cartagena de Indias y armar un ejército de 17 mil hombrez. Al ser capturado el 6 de abril de 1781, cuando el visitador José Antonio Areche lo interroga en su celda, Túpac Amaru II le contestó: «Solamente tú y yo somos culpables, tú por oprimir a mi pueblo y yo por tratar de libertarlo de semejante tiranía. Ambos merecemos la muerte». Desde siempre, el opresor ha demostrado no tener el más mínimo sentimiento de piedad hacia el oprimido. Y cuando se trata de mantener su status de dominio, con los que se atreven a sublevarse descargan lo peor de la maldad que pueda albergar el ser humano. Con Túpac Amaru no se hizo la excepción. Muy por el contrario, su atrevimiento, su rebeldía, su lucha libertaria, la sentenciaron de la manera más despiadada, ignorando que no hay forma de matar la lucha por la justicia y la libertad.
Ejecución.
Creyeron que podían matar lo que encarnaba Túpac Amaru II y lo ejecutaron el 18 de mayo de 1781, a los 43 años de edad, en la Plaza de Armas de Cusco. Antes, lo obligaron a presenciar las ejecuciónes de su esposa e hijos, de su tío y de sus lugartenientes. Luego intentaron descuartizarlo, tirando de cuatro caballos a los cuales habían atado sus extremidades, pero su fortaleza física lo impidió y lo mantuvo con vida. Ante ello, lo decapitaron y su cuerpo lo despedazaron. Su cabeza fue atravesada por una lanza y exhibida en Cusco y Tinta, sus brazos en Tungasuca y Carabaya y sus piernas en las actuales provincias de Chumbivilcas y Melgar. Los cuerpos de su esposa, hijos, tío y lugartenientes también fueron despedazados y sus partes llevadas a diferentes lugares.
La Revolución de Túpac Amaru antecedió a la Revolución Francesa.
Otro de los valores que le debemos atribuir a Túpac Amaru, es que el levantamiento revolucionario que protagonizó lo realizó 9 años antes de producirse la Revolución Francesa. Este hecho nos lleva a deducir que nuestros orígenes libertarios tuvieron sólidas raíces propias. Tupac Amaru II, nacido el 19 de marzo de 1738, tenía 43 años cuando protagoniza su rica historia de rebeldía y de lucha por la libertad. Su grito de independencia se escuchó más allá del continente americano y el impacto de su historia e inhumana y cruel ejecución, elevaron la temperatura del calor de las esperanzas de justicia de nuestros pueblos y apresuró el desenlace libertario. Su historia se convirtió en el fuego que prendió la llama de la imparable escalada revolucionaria independentista. A Túpac Amaru se sumarían Túpac Katari y otros revolucionarios empuñando las armas en las entrañas mismas del virreynato y en Europa se daría forma a las armas ideológicas como parte de la escalada por la independencia.
Juan Pablo Vizcardo y Guzmán.
En el año 1767 los jesuitas son expulsados del Perú por órdenes del rey Carlos III y el joven jesuíta peruano, Juan Pablo Vizcardo Guzmán, es embarcado con destino a España, llegando a la bahía de Cádiz en agosto de 1768 a los 20 años de edad. Nunca más retornaría a su patria. El 4 de noviembre de 1780 se produce la Rebelión de Túpac Amaru II en el Perú y en 1781 la noticia está difundida en Europa. Al enterarse de tal acontecimiento, Juan Pablo Vizcardo y Guzmán se entusiasma y se identifica con la sublevación y como americano asume su compromiso y responsabilidad de luchar por la independencia de Hispanoamérica. Comienza un largo y agotador peregrinaje en busca de apoyo para lograr la a independencia de las colonias hispanas.
Escribe, argumenta, expone razones, planifica, traza estrategias y recurre a autoridades en busca de apoyo a nuestra independencia, activismo que lo convierte en enemigo de la Corona española. En el año 1792 escribe su famosa proclama «Carta a los españoles americanos». En la Carta, Vizcardo presenta al Nuevo Mundo como una Patria Común para los hispanoamericanos, oponiéndola a la patria peninsular. Le dice a los «españoles americanos» que hemos favorecido mucho a un país que no es el nuestro, a quien nada debemos, de quien no dependemos y del cual nada podemos esperar. Y que esa conducta, quizá sea una cruel traición al país donde hemos nacido y que nos suministra el alimento para nosotros y para nuestros hijos. La Carta es considerada como «La Primera Proclama de la Revolución» o «El Acta de la Independencia de la América Española». Su lectura alentó la independencia y los liderazgos que la llevarían a cabo. Luego, en el Tercer Congreso Internacional de Historia de América, realizado en 1960, sería reconocido como el Primer Precursor Ideológico de la Independencia Americana.
Francisco de Miranda.
Enfermo y en la pobreza, Juan Pablo Vizcardo y Guzmán fallece en Londres el 10 de febrero de 1798, meses antes de cumplir los 50 años de edad y sin llegar a publicar su Carta. La Carta llega a manos del patriota y militar venezolano Francisco de Miranda, quien queda fuertemente impactado ante la validez y profundidad ideológica de los argumentos y estrategias para la emancipación de Hispanoamérica y que él mismo compartía. Miranda dice, respecto a la Carta, que a pesar de su brevedad, tenía mucho más contenido que todos los discursos y declaraciones referentes a España y América. Es por ese motivo que Francisco de Miranda se encarga de publicar la «Carta a los Españoles Americanos» en 1799 en Francés y en 1801 en Español. Y emprende su expedición libertadora desembarcando en la Vela de Coro, Venezuela, el 3 de agosto de 1806.
La cadena libertadora.
Así se fue formando la cadena libertadora que terminaría 44 años después en las pampas de Junín y Ayacucho. La inició Túpac Amaru levantándose en armas, Juan Pablo Vizcardo y Guzmán formuló los fundamentos ideológicos, Francisco de Miranda se encarga de publicar aquellos fundamentos y da comienzo a las expediciones libertarias desde el exterior, José de San Martín y Simón Bolívar coronarían la independencia. En todo este proceso, en cada una de las colonias, hombres y mujeres luchaban heroicamente y entregaban su vida por nuestra independencia. Defender y continuar el legado de Tupac Amaru II y de todos los grandes líderes y luchadores de nuestros pueblos, es también rescatar nuestra memoria histórica, es fortalecer nuestras luchas del presente, levantando las banderas de unidad y de solidaridad, en marcha hacia una vida de justicia para nuestros pueblos latinoamericanos y caribeños.
Túpac Amaru… ¡Ejemplo de rebeldía!