La crisis actual en Perú venía desde la victoria de Pedro Castillo en las últimas elecciones presidenciales, hace poco más de un año. Representó una falta de control de la burguesía y de la derecha que lo dejó de lado por considerar que no tenía posibilidades de victoria.
En las últimas semanas antes de las elecciones, el ex sindicalista y profesor se disparó y ya no fue posible pararlo.
La presión de la burguesía contra el gobierno de Castillo fueron inmediatas, lo que lo llevó a ir sacando a los ministros más izquierdistas y a anunciar que las promesas electorales no podrían ser cumplidas porque no había mayoría parlamentaria.
A la crisis política se le juntó la crisis económica lo que provocó que sectores importantes de los movimientos sociales se sumaran a las manifestaciones en las calles en contra del gobierno.
La derecha lanzó una campaña para retirar a Pedro Castillo del gobierno; tuvo varios fracasos, pero finalmente consideró que lo podría hacer.
Pedro Castillo viendo que sufriría un impedimento usó su prerrogativa constitucional de disolver el parlamento y llamar a nuevas elecciones presidenciales en el plazo de tres meses.
La derecha reaccionó, puso a Pedro Castillo en la cárcel y nombró como nueva presidente a la vice-presidente, totalmente alineada con el golpe y con el imperialismo norteamericano que funcionó como el cerebro principal.
Los Estados Unidos precisan controlar con mano de hierro a su patio trasero, América Latina.
La crisis capitalista avanza a todo vapor rumbo a un nuevo y brutal colapso, mucho peor que el de 2008 que aún no se cerró.
Los intentos de controlar la crisis con la “pandemia” duraron dos años.
La guerra en Ucrania le ha dado una nueva sobrevida a las ganancias de las super grandes empresas que sobreviven de gigantescos y obscenos repases de recursos públicos.
Los volúmenes de capitales ficticios/ especulativos son enormes y crecen como una bola de nieve, funcionando como una especie de agujero negro de la riqueza social mundial.
Debido a los problemas estructurales, la burguesía imperialista apuesta en la guerra. Y para eso precisa controlar a como dé lugar su retaguardia.
La escalada militar, o sea, las guerras revolucionarias andan de la mano de su opuesto, las revoluciones y revueltas sociales, y viceversa. Este es el factor dominante en este período.
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