La revuelta en Perú entró en su tercera semana.
Las preguntas volvieron a sucederse, tal como sucedió en relación a la revuelta de Chile de octubre de 2019 y, en general, en relación a todas las revueltas y revoluciones.
¿Cómo es posible? ¿Cómo pudo suceder?
El guión golpista venía bastante controlado. La burguesía, la derecha y el imperialismo no esperaban una gran revuelta social debido al enorme desgaste político del gobierno de Pedro Castillo.
Bastó un llamado de Castillo y su negativa a renunciar para que el desgaste se transformara en enorme apoyo en las calles, con tan fuerte resistencia popular que los golpistas fueron obligados a poner al ejército en la función represiva y a declarar el estado de sitio en todo el país.
Lo que sucede en realidad es que tanto Perú como toda América Latina se han convertido en un polvorín donde basta una chispa para la situación social y política prenderse fuego.
Los trabajadores y los pueblos quieren luchar contra la sofocante presión que la burguesía y el imperialismo le imponen con el objetivo de salvarse de su crisis.
Basta un simple llamado que venga de un punto que represente cierta fuerza social que la respuesta se vuelve inmediata.
La proliferación de protestas aún no es tan grande como en Europa que ha sido la región más afectada por la crisis capitalista, pero es evidente que avanza rápidamente.
El diversionismo puede distraer un poco la atención, como por ejemplo el efecto del mundial de Fútbol sobre los argentinos. Pero es evidente que ningún diversionismo llena la barriga.
América Latina es uno de los puntos débiles de la cadena del capitalismo mundial.
La crisis capitalista avanza con mucha fuerza y rapidez en la región.
La burguesía y el imperialismo aprietan con fuerza para salvarse de su crisis, y fortalecen los mecanismos represivos para intentar controlar las revueltas y las revoluciones.
Pero la rueda de la historia gira hacia delante. Es la crisis del sistema capitalista el motor que pone en movimiento a los trabajadores y a las masas.
Es este movimiento lo que pondrá nuevamente la necesidad de reconstruir las organizaciones sociales clasistas y de lucha, y al movimiento revolucionario, en la región y en el mundo.
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