El 15 de enero de 1919 los líderes revolucionarios Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht fueron asesinados por el gobierno encabezado por el ala derecha de la socialdemocracia alemana.
En 1915, cuando el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) aprobó créditos para que Alemania fuera a la guerra, dos de sus líderes, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, decidieron romper con el SPD y fundaron la Liga Espartaquista, que en 1919 se convirtió en el Partido Comunista de Alemania (KPD).
Los espartaquistas agitaron que los soldados alemanes deberían abandonar la guerra, volver sus armas contra la burguesía para hacer la revolución social.
Tanto Rosa Luxemburgo como Karl Liebknecht habían rechazado el “revisionismo” del socialismo científico, el “marxismo”, protagonizado por Eduard Bernstein, que pretendía imponerle al Partido que sólo debía luchar por las reformas al capitalismo y abandonar la revolución, la expropiación de los grandes capitalistas, y convertirse en eternos colaboradores de la burguesía. Esta política fue el resultado de la presión de la burguesía en el contexto de relativa estabilización en el capitalismo alemán unificado en el último cuarto del siglo XIX.
Bernstein, que había sido secretario personal de Friedrich Engels, acabó convirtiéndose en un infiltrado de la burguesía junto con la burocracia sindical que se había desarrollado en el SPD.
Rosa Luxemburgo, analizando la Revolución Rusa de 1905, defendía la huelga de masas como instrumento de la lucha revolucionaria contra la política reformista de Bernstein y el “centrismo” de August Bebel y Karl Kautsky. Ella escribió: ¿Reforma o Revolución? (1900); Huelga de masas, partido y sindicatos (1906).
En 1910, Luxemburgo rompió definitivamente con Kautsky, cuando éste no apoyó su campaña a favor de la sustitución de la monarquía por la república.
Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht: de la teoría a la práctica revolucionaria
En 1913, Rosa Luxemburgo escribió “La acumulación de capital”, que fue uno de los principales pilares de uno de los libros más importantes de Lenin, “El imperialismo en la etapa superior del capitalismo”. En este libro, Rosa llegó a criticar El capital de Marx en el sentido de que no tenía la profundidad necesaria para analizar el proceso de acumulación y reproducción del capital, que a principios del siglo XX apareció más claro con la aparición de gigantescos cárteles de buitres capitalistas.
Karl Liebknecht era diputado y fue el único que votó en contra de los créditos de guerra que financiarían la entrada de Alemania en la Primera Guerra Mundial, en la segunda vuelta, en 1915.
Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht fueron asesinados el 15 de enero de 1919 por la policía del gobierno socialdemócrata que la burguesía había llevado al poder para contener la revolución que amenazaba con barrer a la burguesía de Europa.
Antes Rosa había pasado cuatro años en prisión, durante la Guerra, y Liebknecht dos años, por sus instrucciones a los trabajadores para que no participaran en la guerra fratricida contra los trabajadores de otros países.
Karl Liebknecht fue sacado a rastras de su hotel, lo golpearon y lo mataon a tiros en un parque de Berlín y lo dejaron en el suelo.
Rosa Luxemburgo fue detenida en el hotel donde se hospedaba, le rompieron el cráneo, le ataron piedras al cuello y las arrojaron al río Spree en Berlín.
A pesar de los asesinatos de los dos líderes revolucionarios, en plena República de Weimar, durante el gobierno socialdemócrata de Friedrich Ebert, en Alemania estalló la Revolución de 1918-19. Los socialdemócratas fueron fieles defensores de la burguesía junto con la extrema derecha. Como siempre sucede, en una situación de gran crisis, los diversos componentes del régimen burgués tienden a unirse contra los trabajadores, especialmente cuando la revolución aparece en escena.
Los revolucionarios burlados por cobardes capitalistas y socialdemócratas que inventaron mentiras sobre ellos, acusándolos de estar en contra de la patria.
Así es como los perros de la burguesía, en el seno de la clase obrera y hablando en su nombre, persiguen a los que luchan por la revolución. Ayer y hoy siguen actuando para manejar el capitalismo y la descomposición, siembran ilusiones y conspiran con la burguesía entre bastidores.