Espionaje de docentes y estudiantes a manos del Estado Uruguayo

Uruguay, la cuna de la supuesta democracia, el país «perfecto» de América latina, el más aburguesado y europeo.

Así comenzaría un discurso mentiroso sobre el país sudamericano. La verdad es que Uruguay no es más que una creación del Imperialismo Británico para mantener una válvula de escape en el Sur para garantizar el control de los ríos Uruguay y Paraná, y hoy se convirtió en uno de los centros del lavaje de dinero en el Continente.

Hoy, una vez más, se cae a pedazos ese sucio discurso que la elite (burguesa) nos ha querido vender. Los maestros en el Consejo Directivo Central están denunciando la existencia de prácticas persecutorias para espiar a profesores y alumnos.

Sucede que el exjefe de seguridad del presidente Luis Lacalle Pou, Alejandro Artesiano, el mismo que estuvo envuelto en la venta de pasaportes uruguayos a extranjeros, y que contaba con varios antecedentes penales, accedió y rastreo los teléfonos de profesores y estudiantes.

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El rastreo de los teléfonos tenía como cometido probar la participación de “docentes comunistas” en un supuesto “escrache” que impulsaban estudiantes de tercer año; el excustodio presidencial se comprometió a hacerlo de manera “urgente”.

Según los mensajes que fueron rescatados del celular de Artesiano con el policial de nombre «Marcelo Baiano» que le traspasó los contactos de los docentes y estudiantes, el miedo era que surgiera en los liceos el comienzo de un movimiento como el que se dio en Chile.

Aquí podemos ver una parte de la conversación:

“Sí, claro que sí”, escribió Astesiano. Luego ratificó su interés por mensaje de audio: “Sí, Marcelo. Doy la orden urgente”. Baiano procedió a compartir el nombre y teléfono de una docente y “delegada sindical” del liceo 41, y el de otra profesora, de quien todavía no había conseguido el número. Finalmente, en dos mensajes consecutivos, el policía compartió con Astesiano los nombres de pila y números de celulares de 12 alumnos de tercer año del turno matutino.

Estas acciones de persecución eran de esperarse, la crisis está poniendo a todos los gobiernos contra la pared; la burguesía obliga a que apliquen recortes, reduzcan salarios, aumenten impuestos y precios de los productos básicos, liberalicen el monocultivo y el saqueo de las materias primas a manos de grandes multinacionales, mientras que el pueblo. Los trabajadores aprietan en el sentido contrario y comienzan a movilizarse cada vez más radicalizados.