La crisis que se abrió en el 2008 aún no sólo se cerró sino que sigue avanzando con fuerza.
En el 2019 estaba para estallar nuevamente, pero fue controlada por la “pandemia” que, bajo el manto de crisis sanitaria, permitió el traspaso de manera semi camuflada de billones (trillions) a los grandes capitalistas. Es así que el endeudamiento se fue a las nubes. Sólo la deuda pública de los Estados Unidos se fue de US$ 20 billones a casi US$ 32 billones.
A principios del 2022 la crisis estaba para estallar nuevamente, pero acabó siendo controlada por medio de la guerra que le permitió a la principal potencia mundial mover su complejo industrial militar.
Ahora nuevamente aparecen los síntomas de que el control de la crisis se ha hecho cada vez más difícil.
La falta de liquidez de los monopolios, las súper grandes empresas que controlan el mundo, a parte de recurrentes, se ha vuelto cada vez peor.
Las tasas de remuneración de la especulación financiera volvieron a invertirse con las tasas a 2 y a 10 años prácticamente igualándose de nuevo. Una situación similar se repitió en Alemania y en varios otros países.
El aumento de las tasas de interés no ha podido controlar la inflación, principalmente en Europa, que es la mayor en 40 años.
Europa es uno de los centros más desarrollados del capitalismo mundial, aunque del 2008 para acá, su PBI cayó en su conjunto, y quedó detrás del de los Estados Unidos.
Al mismo tiempo, han provocado la bancarrota de varios bancos, algunos de la primera división de la especulación financiera, como el Crédit Suisse.
El mercado de títulos podridos de las empresas mueve casi US$ 1,5 billones (trillions) y aumenta conforme las grandes empresas van entrando en crisis. Su rendimiento se fue a pique con el aumento de las tasas de interés.
La mayor crisis capitalista de todos los tiempos avanza a un gran estallido capitalista, mucho mayor que los anteriores.
Los mecanismos de las clases dominantes para contenerlo pasan por la guerra, el aprieto del régimen político, el aumento de la represión y el fascismo.
El aumento de la presión provoca inevitablemente las revueltas populares y las revoluciones.
Nuestro papel central consiste en llevar conciencia política y organización a los levantes espontáneos.