A 200 años de la Doctrina Monroe, en el crisol de la crisis mundial

A 200 años de la Doctrina Monroe, en el crisol de la crisis mundial

La história del control de Estados Unidos sobre America Latina, Doctrina Monroe, dictaduras y movimientos de resistencia.

La Doctrina Monroe ha acompañado el desarrollo de la política exterior de los Estados desde 1823.

En el inicio, representó una política positiva en contra del colonialismo europeo y en defensa de las nacientes naciones independientes americanas.

A partir de la segunda mitad del Siglo XIX, el expansionismo de los Estados Unidos empieza a desarrollarse en alta velocidad.

A finales del Siglo XIX, con la derrota de España en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, se convirtió en una política abiertamente imperialista que se consolidó con la Primera Guerra Mundial.

Después de la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos pasaron a actuar como la gran superpotencia mundial, como la supra policía del mundo, con el poder de aplastar revueltas y revoluciones.

El triunfo de la Revolución China (1949), la derrota histórica en la Guerra de Vietnam y las revoluciones anti-neocoloniales en África, Asia y América Latina llevaron al imperialismo norteamericano a aplicar políticas que se han vuelto cada vez más reaccionarias y genocidas, hasta llegar al ápice actual.

A continuación, damos a los lectores un breve panorama de esa trayectoria hasta los días de hoy, pasando por los acontecimientos más importantes.

Un Protocolo Histórico: Los Inicios de la Doctrina Monroe (1823)

En diciembre de 1823, el Presidente Monroe estableció su famoso protocolo, un hito histórico que sentaría las bases para la evolución de la Doctrina Monroe. 

Este documento surgió en un contexto sumamente significativo, en pleno período de guerras de independencia en América Latina, en el resquicio dejado por el Congreso de Viena (1814-1815) y en medio de las tensiones derivadas del conflicto entre Estados Unidos e Inglaterra (1812-1815). 

Este protocolo no solo se convertiría en un referente trascendental para la política exterior de los Estados Unidos, sino que también dejaría una profunda huella en el devenir de la historia hemisférica.

La Importancia del Contexto

Para comprender plenamente la importancia del Protocolo de Monroe, es esencial contextualizar su origen. A comienzos del siglo XIX, América Latina estaba inmersa en un proceso tumultuoso de luchas por la independencia colonial. 

Las colonias españolas y portuguesas se alzaban contra el dominio europeo, buscando emanciparse y forjar sus propios destinos como naciones soberanas. Este fervor independentista permeaba todo el continente y creaba un ambiente de efervescencia política.

En el ámbito internacional, el Congreso de Viena (1814-1815) representó un intento de restablecer el orden en Europa después de las Guerras Napoleónicas. 

Sin embargo, este proceso de restauración del antiguo régimen europeo tuvo un impacto significativo en América Latina. La legitimación de las monarquías y la restauración de poderes coloniales planteaban una amenaza para los movimientos independentistas en la región.

Además, durante este período, Estados Unidos había experimentado una guerra con su antigua metrópoli, Gran Bretaña, en el conflicto de 1812-1815. Aunque el conflicto terminó con el Tratado de Gante en 1814, había dejado una huella duradera en la relación entre Estados Unidos y Gran Bretaña. 

Las tensiones subsistentes y la posibilidad de futuros conflictos suscitaron la necesidad de que Estados Unidos estableciera una política clara en relación con América Latina.

El Mensaje de Monroe y su Doctrina Emergente

En este contexto, el presidente James Monroe pronunció su famoso mensaje al Congreso el 2 de diciembre de 1823. 

Aunque el mensaje abordó principalmente las relaciones con las potencias europeas y la resistencia a cualquier intento de colonización o intervención europea en América, estableció una premisa crucial: que los asuntos del Continente americano estaban separados de los de Europa y que cualquier interferencia europea sería considerada una amenaza a la paz y seguridad de Estados Unidos.

Este mensaje se convirtió en la base de la Doctrina Monroe, aunque en ese momento no se le dio ese nombre. 

Su esencia radicaba en la autodeterminación de las naciones americanas y en la advertencia a las potencias europeas de que América Latina estaba fuera de su alcance. 

La Doctrina, en su forma incipiente, representaba una afirmación temprana del concepto de soberanía nacional y una posición clara de Estados Unidos como defensor hegemónico de los intereses hemisféricos.

El Protocolo de Monroe, en su simplicidad aparente, inauguró una nueva era en la política exterior de Estados Unidos y estableció las bases para la consolidación de su influencia en América Latina. 

Esta influencia se expandiría y se transformaría con el tiempo, dando lugar a lo que hoy conocemos como la Doctrina Monroe, una piedra angular en la historia de las relaciones hemisféricas y un elemento fundamental en la geopolítica global. 

En las secciones siguientes, exploraremos la evolución de esta doctrina a lo largo de los siglos XIX y XX, destacando momentos clave y sus impactos en América Latina y el mundo.

La Evolución de la Doctrina: De Protocolo a Doctrina (1850)

La transformación del Protocolo de Monroe en una doctrina en 1850 marcó un punto de inflexión significativo en la política exterior de los Estados Unidos y tuvo repercusiones inmediatas en América Latina. 

Esta evolución se produjo en un momento crucial, cuando la nación estadounidense comenzaba a consolidar su expansión territorial y a definir su posición en el Continente Americano.

La Expansión Sobre México

Una de las primeras manifestaciones de la Doctrina Monroe como tal fue la expansión de Estados Unidos sobre México. 

La Doctrina, en su forma evolutiva, defendía la idea de que el Continente Americano estaba destinado a ser influido y controlado por los Estados Unidos. 

Esta visión se materializó con la anexión de territorios mexicanos como resultado de la Guerra México-Estados Unidos (1846-1848). 

Este conflicto bélico resultó en la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848, mediante el cual México perdió una gran cantidad de tierras que incluían California, Texas, Arizona, Nuevo México y otros territorios.

La anexión de estos territorios amplió considerablemente la extensión geográfica de Estados Unidos y sentó las bases para su expansión hacia el oeste. 

Esta expansión territorial también tuvo un impacto directo en América Latina, ya que consolidó la política de que Estados Unidos estaba ejerciendo su control sobre la región y, en consecuencia, reforzó la Doctrina Monroe como un principio rector de la política exterior estadounidense.

La Guerra Civil y sus Repercusiones

Entre 1861 y 1865, Estados Unidos se vio sumido en la Guerra Civil, un conflicto devastador que enfrentó a los estados del norte industrializados con los estados del sur agrarios y esclavistas. 

Aunque esta guerra tuvo un impacto predominantemente interno, también influyó en la región latinoamericana. 

Durante este período, Estados Unidos estaba ocupado con sus propias divisiones internas y, en cierto modo, redujo su atención hacia América Latina.

Sin embargo, la Guerra Civil no disipó la influencia de la Doctrina Monroe en la región. En 1865, al concluir la guerra, Estados Unidos emergió como una nación aún más poderosa y consolidada. 

Esto fortaleció el control de los Estados Unidos sobre América Latina que pasó a ser considerada su patio trasero.

El Presidente Rutheford Hayes y la Proclamación de Zonas de Influencia

En 1880, el presidente Rutherford B. Hayes proclamó América Central y el Caribe como zonas de influencia de los Estados Unidos. 

Esta declaración formalizó la idea de que Estados Unidos tenía un interés especial y el control preponderante en esta región geográfica. 

La proclamación de estas zonas de influencia no solo reflejó el poderío estadounidense en la región, sino que también marcó un precedente en la aplicación de la Doctrina Monroe.

Esta política de zonas de influencia representó un enfoque más práctico y pragmático de la Doctrina Monroe, ya que permitía a Estados Unidos establecer su dominio de manera efectiva en áreas específicas de América Latina. 

Esta estrategia política se convirtió en un componente clave en la política exterior estadounidense.

Siglo XX: El Siglo de la Doctrina Monroe

El siglo XX fue testigo de la continuación y evolución significativa de la Doctrina Monroe en la política mundial, con Estados Unidos consolidándose como una potencia imperialista y ejerciendo un control mucho mayor sobre América Latina.

El Bloqueo Naval de Venezuela y el Corolario de Roosevelt

A principios del siglo XX, América Latina experimentó un episodio crucial relacionado con la Doctrina Monroe. 

En 1902-1903, Alemania, Inglaterra e Italia llevaron a cabo un bloqueo naval contra Venezuela, alegando incumplimientos de deudas por parte del país sudamericano. Este evento puso de manifiesto la rivalidad de las potencias europeas por influencia en la región y llevó a Estados Unidos a intervenir en defensa de la independencia de las naciones latinoamericanas. 

El entonces presidente Theodore Roosevelt, en su Corolario de 1904, proclamó la política del «garrote», lo que implicaba que Estados Unidos consideraría cualquier intervención europea en América Latina como una amenaza a su seguridad y, por ende, actuaría en consecuencia.

Este Corolario de Roosevelt marcó una extensión de la Doctrina Monroe y estableció el principio de la intervención estadounidense en asuntos latinoamericanos cuando se considerara necesario para la estabilidad hemisférica. 

La política del «garrote» reflejaba la determinación de Estados Unidos de ejercer su influencia y prevenir la intervención de otras potencias en América Latina.

La Política del «Garrote» y la Ocupación de República Dominicana

El Corolario de Roosevelt se materializó de manera inmediata en 1904, cuando Estados Unidos intervino militarmente en República Dominicana para controlar la deuda externa y la administración financiera del país. Esta intervención se considera un ejemplo temprano de la aplicación de la política del «garrote».

Esa política se mantuvo en vigor hasta 1933. Durante este período, Estados Unidos intervino en varios países latinoamericanos, justificando estas acciones en nombre de la estabilidad y el orden en la región.

La Primera Guerra Mundial y la «Buena Vecindad»

La Primera Guerra Mundial, que tuvo lugar entre 1914 y 1918, consolidó a Estados Unidos como una gran potencia imperialista a nivel mundial. Durante este conflicto, Estados Unidos proporcionó apoyo económico y logístico a las potencias aliadas, lo que aumentó su influencia global. Sin embargo, la crisis económica de 1929, la Gran Depresión, llevó al país a una profunda recesión que afectó significativamente a América Latina.

En 1933, el presidente Franklin D. Roosevelt anunció una nueva política llamada la «Buena Vecindad», que marcó un cambio en la política estadounidense hacia América Latina. 

Esta política se centró en mejorar las relaciones diplomáticas y económicas con los países vecinos, promoviendo la cooperación y el respeto mutuo en lugar de la intervención militar. La «Buena Vecindad» buscaba aliviar las tensiones en la región y fomentar un enfoque más amigable y aparentemente colaborativo, mientras que los Estados Unidos buscaban desesperadamente mecanismos para superar la crisis.

El llamado New Deal no lo logró a pesar del gigantesco programa de obras públicas y los 14 millones de empleados públicos.

La crisis de los Estados Unidos fue lograda con su entrada en la Segunda Guerra Mundial, lo que le posibilitó incluso eliminar el desempleo.

La Guerra Fría y la Revolución Cubana (1950-1960)

El período de la Guerra Fría, que comenzó después de la Segunda Guerra Mundial, tuvo un impacto significativo en América Latina y en la aplicación de la Doctrina Monroe. 

La Revolución Cubana

La Revolución Cubana de 1959, liderada por Fidel Castro, tuvo un profundo impacto en la política de Estados Unidos hacia América Latina. 

Cuba, bajo el nuevo gobierno revolucionario, se convirtió en un aliado cercano de la Unión Soviética, a partir del fracaso del intento de invasión del país en 1961, en la Bahía de Cochinos, lo que generó mucha preocupación en Washington. 

Estados Unidos vio a la Revolución Cubana como un ejemplo para los pueblos de la región que debía ser contenido a cualquier costo.

En respuesta, Estados Unidos endureció su política para la región y comenzó a priorizar las políticas de contrainsurgencia que estaba perfeccionando en Vietnam.

Esto implicó el apoyo a gobiernos y grupos que se oponían a movimientos revolucionarios o de izquierda en la región. 

La CIA estuvo involucrada en operaciones encubiertas destinadas a desestabilizar o derrocar gobiernos que se consideraban hostiles a los intereses estadounidenses. 

Estas políticas a menudo llevaron a la instalación de dictaduras genociadas y al apoyo a grupos paramilitares en la región.

La Alianza para el Progreso

Además de las políticas de contrainsurgencia, Estados Unidos también buscó contrarrestar el creciente descontento popular en América Latina con programas destinados a promover el desarrollo económico y social. 

En 1961, el presidente John F. Kennedy lanzó la Alianza para el Progreso, una iniciativa que tenía como objetivo mejorar las condiciones de vida en América Latina y prevenir la propagación del comunismo.

La Alianza para el Progreso incluyó programas de ayuda económica, inversión en infraestructura y proyectos de reforma agraria. Sin embargo, esta iniciativa no logró resolver los problemas estructurales de la región y se encontró con desafíos significativos, incluida la corrupción y la resistencia de las élites locales.

Los Años de Agitación y Resistencia (1960-1980)

La década de 1960 marcó un período de agitación y resistencia en América Latina, con movimientos de masas que desafiaron los regímenes autoritarios y la influencia de Estados Unidos en la región. Durante estos años, varios eventos significativos marcaron la lucha por los derechos civiles, la justicia social y los derechos democráticos en América Latina.

El Impacto del Mayo Francés de 1968

El Mayo Francés de 1968, que fue un movimiento estudiantil y obrero en Francia, tuvo un impacto significativo en la conciencia política y social de todo el mundo, incluida América Latina. Este movimiento inspiró a jóvenes y activistas en América Latina a cuestionar el poder vigente y a luchar por un cambio social y político.

El Cordobazo en Argentina (1969)

El Cordobazo fue un levantamiento popular en la ciudad de Córdoba, Argentina en 1969, impulsado por trabajadores, estudiantes y sindicatos. 

La protesta estalló en respuesta a las políticas económicas impuestas por el gobierno autoritario del general Juan Carlos Onganía, que incluían recortes salariales y represión. 

El Cordobazo marcó un punto de inflexión en la resistencia popular contra las dictaduras militares y las políticas económicas de rapiña en América Latina.

Movimientos de Izquierda y Lucha Guerrillera

En esta época, surgieron movimientos de izquierda y grupos guerrilleros en varios países latinoamericanos. Organizaciones como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia y en Bolivia, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en Chile, el Partido Revolucionario de los Trabajadores en Argentina, los Tupamaros en Uruguay, el Movimiento Revolucionario Tupac Amaruc y el Partido Comunista del Perú (Sendero Luminoso, los varios grupos guerrilleros en América Central, etc., buscaron derrocar los gobiernos pro imperialistas y promover un cambio social y político radical a favor de los trabajadores y de los pueblos. Estos grupos a menudo recurrieron a la lucha armada.

La Respuesta del Imperialismo y las Dictaduras Genocidas

El principal instrumento del imperialismo estadounidense para contener el ascenso de masas en América Latina fue la imposición de brutales dictaduras genocidas en toda la región. Estas dictaduras, apoyadas por los Estados Unidos, llevaron a cabo represión, tortura y asesinatos de opositores políticos y activistas de derechos humanos y de todo el movimiento de masas.

En varios lugares, la política de contrainsurgencia perfeccionada en Vietnam, contra los guerrilleros del Viet Cong, llevó a aplicar hasta la política de las “aldeas estratégicas”.

Uno de los episodios más oscuros de esta época fue la Operación Cóndor, una red de coordinación entre las dictaduras de América Latina para perseguir, secuestrar y asesinar a disidentes políticos en el extranjero. 

La Operación, que involucró a varios países de la región, fue una política orquestada por Estados Unidos para eliminar a opositores y mantener su influencia en América Latina.

En resumen, los años de agitación y resistencia en América Latina durante las décadas de 1960 y 1970 fueron un período de lucha por los derechos civiles y la justicia social, pero también de represión brutal por parte de regímenes autoritarios respaldados por Estados Unidos.

Durante las décadas de 1980 y 1990, América Latina experimentó una serie de cambios significativos en su panorama político y económico, impulsados en gran medida por la influencia de Estados Unidos y sus esfuerzos por promover políticas que favorecieran sus intereses en la región. Los llamados Documentos de Santa Fé fueron un componente importante de esta estrategia.

Los Documentos de Santa Fé (1980-1986)

Los Documentos de Santa Fé fueron elaborados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos en la década de 1980 y publicados en 1988. Estos documentos tenían como objetivo fundamental promover gobiernos afines a Estados Unidos en América Latina, gobiernos que fueran dependientes de asesores y políticas estadounidenses. Los documentos buscaban influir en la toma de decisiones y la política de la región.

Promoción del «Neoliberalismo»

Uno de los principales componentes de los Documentos de Santa Fé era la promoción de reformas económicas «neoliberales» en América Latina. Estas reformas, que habían comenzado a ser implementadas bajo brutales dictaduras en países como Chile, Argentina y Uruguay, abogaban por la liberalización de las economías, la privatización de empresas estatales y la reducción de la intervención del Estado en la economía. 

El gran objetivo era entregar todo al control directo de los monopolios imperialistas y principalmente en su forma de rapiña financiera.

Debilitar a la Izquierda y Fortalecer a Políticos y Aliados Locales

Los Documentos de Santa Fé también buscaban debilitar a la izquierda en América Latina y fortalecer a políticos y aliados locales que estuvieran alineados con los intereses de Estados Unidos.

Lucha contra el Narcotráfico y Presencia Militar

En este período, la lucha contra el narcotráfico se convirtió en un pretexto para fortalecer la presencia militar estadounidense en América Latina, proporcionando apoyo militar y financiero a gobiernos de la región, lo que a menudo llevó a la creación y el financiamiento de grupos paramilitares. Esta estrategia tenía como objetivo tanto combatir el tráfico de drogas como mantener la influencia estadounidense en la región.

Imposición de la Cultura Imperialista

Además de sus objetivos económicos y políticos, los Documentos de Santa Fé también buscaban debilitar la cultura tradicional y los movimientos populares en América Latina. Esto se hacía promoviendo una cultura más alineada con los valores y la influencia estadounidenses, incluyendo elementos de identitarismo y marxismo cultural.

La 17ª Conferencia de los Ejércitos Americanos

En la 17ª Conferencia de los Ejércitos Americanos, que tuvo lugar en Mar del Plata, Argentina, en noviembre de 1987, los jefes militares reafirmaron y profundizaron esta política, lo que llevó a un aumento del control militar de Estados Unidos sobre los países de la región.

Los Acuerdos de Contadora y Esquipulas I y II

Dentro del contexto de la política dictada desde Estados Unidos, se impulsaron los Acuerdos de Contadora y los Acuerdos de Esquipulas I y II. Estos acuerdos tenían como objetivo desarmar a las guerrillas más activas y que tenían más condiciones de tomar el poder en la región.

El Consenso de Washington (1989)

En 1989, se impuso el llamado Consenso de Washington, que buscaba aumentar el saqueo de la región de la manera más parasitaria posible. 

Este conjunto de políticas económicas, respaldado por instituciones financieras internacionales, promovía aún más la liberalización económica y la apertura de los mercados latinoamericanos a los monopolios.

En resumen, los Documentos de Santa Fé y las políticas asociadas marcaron la escalada e la intervención de Estados Unidos en América Latina, con el objetivo de contener el impacto de la crisis mundial de 1973-74. 

Estas políticas continuaron muy presentes durante las décadas de 1980 y 1990.

El Cambio de Siglo: Nuevos Desafíos y Conflictos

A medida que avanzaba el siglo XXI, América Latina se encontraba frente a una serie de desafíos y conflictos que reflejaban la evolución de la influencia estadounidense en la región y las dinámicas geopolíticas globales.

Controlando el Chavismo (2000)

En el año 2000, los documentos de Santa Fé fueron actualizados con el objetivo específico de controlar el chavismo en Venezuela. 

El chavismo, liderado por el Presidente Hugo Chávez, promovía políticas de tipo nacionalistas independientes y representaba un desafío a la influencia tradicional de Estados Unidos en América Latina.

La Política de «Full Spectrum Dominance» (2001)

En 2001, el Pentágono publicó su política denominada «Full Spectrum Dominance» (Dominio de Espectro Completo), que buscaba la supremacía militar de Estados Unidos en todo el mundo y en todos los aspectos. 

Esta política tenía implicaciones para América Latina, ya que reforzaba la presencia militar estadounidense en la región y promovía un control aún mayor.

Esta política sufrió un duró revés con las derrotas en Irak y Afganistán y con el brutal estallido capitalista mundial del 2008.

La Guerra Contra el Terror (2001)

El gobierno de George W. Bush en Estados Unidos impuso la Guerra Contra el Terror después de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Esta política tuvo ramificaciones en América Latina, ya que se buscó se le impuso a los países de la región la lucha contra el terrorismo internacional, lo que a menudo involucraba la expansión de la presencia militar estadounidense.

No por acaso, hoy en día los Estados Unidos cuentan con 100 bases militares sólo en América Latina y han impuesto estados narcoparamilitares como instrumentos de controles de los pueblos y también de extracción de enormes volúmenes de recursos para mantener la política agresiva y de desestabilización constante en contra de nuestro Sub Continente.

La Crisis Económica Global (2008)

En 2008, estalló la mayor crisis económica mundial hasta ese momento, conocida como la crisis financiera de 2008. Esto tuvo un impacto significativo en América Latina, ya que las economías de la región estaban vinculadas a la economía global y la estabilidad política estaba vinculada a partidos políticos que aplicaban esa política. 

Se experimentaron recesiones, fluctuaciones en los precios de las materias primas y desafíos económicos que afectaron a la mayor parte de los países latinoamericanos.

La “Pandemia” y el Control Global (2019-2020)

En 2019, América Latina estaba al borde de una nueva crisis económica. La inversión de las tasas de remuneración de la especulación financiera, los volúmenes gigantescos y crecientes de capitales ficticios, la enorme falta de liquidez de las empresas y el endeudamiento generalizado apuntaban, desde agosto de 2019, a que un nuevo estallido capitalista estaba muy cercano y que sería mucho más duro que el de 2008.

La crisis fue controlada en lo fundamental por medio de políticas militares contra la sociedad, semi camufladas con la crisis sanitaria.

En ese contexto prohibieron todas las protestas, principalmente en Chile y Francia.

Para evitar nuevas bancarrotas en masa, le pasaron tanto dinero a los súper grandes capitalistas que sólo en los Estados Unidos, la deuda pública que había demorado casi 250 años para llegar a los US$ 20 billones, en dos años aumentó 50%.

La Guerra en Ucrania (2022)

En 2021, los efectos estabilizadores en relación a las ganancias de los monopolios se vieron afectados nuevamente.

Cuando los síntomas de la crisis aparecían nuevamente y con más fuerza que nunca, providencialmente, en febrero de 2022, se desató la guerra en Ucrania que involucró a Rusia y la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en primer lugar.

Los monopolios vieron sus ganancias equilibrarse nuevamente con el complejo industrial militar en movimiento. 

El puño de los Estados Unidos sobre Europa se apretó con mucha fuerza, pero los efectos colaterales han sido gigantescos.

Este conflicto, en su apariencia, no estaría directamente relacionado con América Latina. Sin embargo, la región es tratada por los Estados Unidos como su patio trasero, como su retaguardia para irse a la guerra, con mucho olor de una guerra mundial nuclear, como salida a su peor crisis histórica.

La general Laura Richardson, jefa del Comando Sur de Estados Unidos (SouthCom), expresó claramente la visión de Estados Unidos sobre América Latina en su famoso discurso, al destacar la importancia estratégica de la región debido a su abundancia de recursos naturales y agua dulce, cuyo control es justamente el papel del SouthCom y de la IV Flota que fue recreada en 2008.

El imperialismo es obligado a apretarnos cada vez más porque se trata de una cuestión de sobrevivencia a su crisis estructural y en desarrollo. La reacción es que los pueblos están despertando y levantándose en contra de la opresión.

El papel de los verdaderos revolucionarios y anti-imperialistas es promover la solidaridad internacionalista y la organización de los trabajadores y de los oprimidos en contra de la opresión capitalista.
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