La increíble dependencia de México, de los Estados Unidos

La increíble dependencia de México, de los Estados Unidos

El volumen del comercio entre México y los Estados Unidos fue de US$ 316 mil millones, lo que representó el 14,6% del total norteamericano. Hubo un aumento del 20% en relación al año 2021, que habían sido 20% mayores que las de 2021.

La cifra fue muy similar a la del comercio Canadá – Estados Unidos, que fue de US$ 325 millones. El comercio China – Estados Unidos fue de US$ 183 mil millones.

Al mismo tiempo, las importaciones de los Estados Unidos de otros países asiáticos, desconsiderando a China (principalmente India, Corea del Sur y los países de la Asean, la Asociación de los Países del Sudeste Asiático), aumentaron del 12,6% del total para el 17,4% desde el 2018. Las importaciones de China cayeron en 15% , las de Canadá en 8%, mientras las de Europa aumentaron en 9%.

A pesar del enorme parque industrial que México tiene en el norte del país, en la Ciudad de Puebla y en la Ciudad de México, la economía se ha mantenido estancada en los últimos tres años.

Cuando AMLO llegó al gobierno en el año 2018, prometió la “Cuarta Transformación” de México, que pasaba por la re-estatización de Pemex (Petróleos Mexicanos), eliminar la corrupción y acelerar el crecimiento.

El resultado hasta el fin de este año será que México será la única de las potencias regionales latinoamericanas (Brasil, Argentina, Colombia, Perú, Chile) cuya economía quedará por debajo de los niveles pre-“pandemia”.

Las políticas de AMLO, buscando el aumento de algunas inversiones sociales se han visto confrontadas por la realidad de la agudización de la mayor crisis capitalista mundial de todos los tiempos.

El porcentaje de la inversión pública fue del 1,3% del PBI, la menor cifra de todos los países de la OECD.

Las inversiones han sido direccionadas para intentar ganar un cierto aumento de la soberanía nacional, como por ejemplo la refinería de Tabasco. El problema ha sido el aumento de los costos, provocados por las alzas de las mercancías desde el 2019, hasta los US$ 18 mil millones.

El gobierno de AMLO le ha cortado subsidios públicos a los exportadores, por ejemplo los que son concedidos por Conapesca (para el sector pesquero) o Cofepris (para el sector médico).

Ciertos controles sobre las “multinacionales” han aumentado las presiones sobre el gobierno de AMLO. Por ejemplo, la suspensión de Volcan Materials por el desastre ecológico que ha provocado en el estado de Quintana Roo o el caso de Constellaton Brands que tuvo su proyecto para montar una fábrica de la cerveza Corona revocada en la ciudad de Mexicali.

En el sector eléctrico, AMLO entró en conflicto con la gigante española Iberdrola, dada la intención de nacionalizar el sector eléctrico, de la misma manera que pretendía hacerlo con el sector de petróleo y gas.

El Comité Ejecutivo de las Compañías globales, que representa los intereses de los 57 mayores monopolios que actúan en México y controlan el 40% de la inversión extranjera, simplemente le advirtió al gobierno que si sus intereses fueran afectados, simplemente se retirarían del país.

La suspensión del proyecto de la construcción de un nuevo aeropuerto en la Ciudad de México también generó enormes polémicas y también pérdidas importantes en las ganancias de varias “multinacionales”. AMLO mandó reformar y ampliar una base militar y convertirla en el nuevo aeropuerto. La consecuencia es que el nuevo aeropuerto casi no es utilizado y que la Asociación Internacional del Transporte Aéreo y la Administración de la Aviación Federal de los Estados Unidos han degradado la seguridad aérea mexicana, lo que tuvo varios impactos.

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AMLO tenía intenciones de humanizar un poco el capitalismo depredador mexicano, pero se enfrentó a varios problemas. El principal de ellos es el clásico dicho: “Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.

El control del imperialismo norteamericano sobre México es aún más fuerte de lo que lo es sobre los demás países latinoamericanos. Es su frontera terrestre sur.

En México, hay miles de “multinacionales” norteamericanas que se aprovechan de los bajos salarios. Un obrero sin calificación gana alrededor de US$ 250 dólares mensuales y un tornero mecánico aproximadamente el doble.

El firme control de las materias primas también es una de las prioridades del imperialismo: petróleo, gas, plata, otros minerales y los productos agrícolas.

AMLO pretendía cambiar algunos “excesos” mediante la reestatización de Pemex y del sector eléctrico, cuyas ganancias pretendía direccionarlas a los programas sociales y a la educación y salud públicas. El problema es que para hacerlo precisaría de amplia mayoría parlamentaría y aún vencer la presión de los monopolios y del estado norteamericano.

Y como AMLO no obtuvo esa mayoría, no pudo cumplir sus promesas de campaña y ha tenido que mantenerse en cambios que en lo fundamental son cosméticos o no afectan los intereses fundamentales del imperialismo.

Para cambiar la situación, sería necesario poner de pie una fuerza social capaz de enfrentar y derrotar al imperialismo. Y obviamente AMLO no solo no es un revolucionario sino que está muy lejos de ser un Lázaro Cárdenas, principalmente considerando la agudización de la crisis capitalista mundial y el aumento del aprieto del imperialismo sobre América Latina.

La única salida para los males de América Latina sigue siendo la lucha de los trabajadores y las masas que representa la única fuerza capaz de derrotar al capital.

Los trabajadores y las masas empezaron a entrar en movimiento nuevamente bajo la presión de la crisis. El papel de los verdaderos revolucionarios es justamente organizarlos y direccionarlos a la revolución, a la toma del poder político.

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