El difícil y necesario camino de la revolución socialista

El difícil y necesario camino de la revolución socialista

¿Qué podemos aprender del “amauta” José Mariategui (importante revolucionario peruano) hoy?
¿Qué podemos aprender del “amauta” José Mariategui hoy?

Los revolucionarios tenemos una vez más la oportunidad de irrumpir caracterizando de forma correcta nuestro tiempo, propagando nuevamente las ideas revolucionarias, derrotando en el seno de las masas las ilusiones progre populistas y fortaleciendo nuevas formas de organización y acción política, fundamentalmente al calor de la misma movilización que desarrollan las masas.

A esta nueva etapa debemos ir sin esquemas que nada tienen que ver con las nuevas realidades y con la disposición de no cometer los mismos errores del pasado, que no fueron pocos.

Sobre todo debemos dejar atrás el oportunismo, el dogmatismo y superar dialécticamente los “ismos” ya usados y que tanto daño han causado, asumiendo verdaderos cultos de personalidad casi religiosos de unos y otros, y han impedido hacer realidad la vieja aspiración del gran amauta José Mariátegui de ni calco ni copia sino creación heroica, rescatando la mejor tradición del socialismo científico o Marxismo como la ciencia de la revolución proletaria mundial, como el método o guía para la acción de la destrucción del capitalismo.

A la derrota política militar de los sectores revolucionarios en la década de 1970, le siguió una fuerte ofensiva ideológica y política del capitalismo, como componente para imponer las llamadas políticas “neoliberales”, que conllevó a brutales ataques contra los trabajadores y las masas.

La caída del llamado “bloque socialista” sumergió la idea de la revolución socialista a un rincón muy pequeño del cuadro político general.

Con la mudanza de gran cantidad de plantas industriales de Occidentes, principalmente para China donde los trabajadores ganaban US$ 30 mensuales en promedio, hubo un ataque muy fuerte a las bases materiales del movimiento obrero como había sido conocido hasta el momento.

De la dispersión a la crisis del “progresismo”

La dispersión y la confusión reinaron durante varias décadas y, como en política no existe vacío que no se llene, surgió un fuerte empuje socialdemócrata recreando una vieja propuesta de integración a la “democracia imperialista” con nuevos ropajes sobre una fuerte ola de protestas y movilización popular por sus derechos.

Se sumó así una nueva dificultad para las y los revolucionarios que ya no sólo debieron enfrentar la ofensiva del imperialismo sino la pérdida de su influencia en el movimiento obrero, en los sectores populares y en las masas mas adelantadas.

El pasajero auge de los precios de algunas materias primas posibilitaron este fortalecimiento de la vieja propuesta de la conciliación de clases en el seno de las masas.

Los cambios ocurridos en el mundo del trabajo y de la producción en el capitalismo trajeron una debilidad orgánica de la clase obrera latinoamericana y mundial.

Por otra parte, en varios de nuestros países, el aliado fundamental de la clase obrera, la clase campesina, prácticamente desapareció, dando lugar a un proletariado agrícola de baja concentración laboral y numérica, y con poca experiencia de lucha.

La nueva clase obrera asiática, principalmente china, tiene poca tradición de lucha.

En los países occidentales, y en los principales países latinoamericanos, las aristocracias obreras, que eran la base de la burocracia sindical, se han debilitado por causa de la precarización del trabajo y los ataques frontales del capital contra los sindicatos, las organizaciones de masas y los partidos con base obrera.

La máxima debilidad que las organizaciones de masas de la clase obrera alcanzan, está en la base de las teorías reaccionarias de la supuesta desaparición del proletariado en su forma clásica industrial.

Los partidos y movimientos revolucionarios prácticamente desaparecen y la gran mayoría de los que logran sobrevivir adquieren las características de sectas reducidas y repitiendo viejos esquemas que no dan cuenta de las nuevas situaciones que han ocurrido en el mundo.

Así hemos llegado a este tiempo donde simples tareas a veces se confunden con cuestiones estratégicas y, por otra parte, un debate se hace alejado de la necesaria práctica social concreta que lo refrende o lo niegue.

La derrota política del “progresismo” y su década dorada, bajo el impacto de la crisis capitalista mundial que se abrió en el 2008, nos presenta nuevos desafíos debido al endurecimiento de los regímenes políticos pero, al mismo tiempo, nuevas posibilidades si a la profunda crisis le sumamos las cada vez más fuertes contradicciones inter imperialistas.

Todo ésto hizo surgir un novísimo movimiento de masas y de protestas que adolece por otra parte de la experiencia y la perspectiva estratégica revolucionaria pero que en el mismo transcurso de la lucha se ha ido radicalizando.

El hecho de que este nuevo fenómeno social tenga como epicentro a la América Latina no es casual.

La principal potencial mundial, el imperialismo norteamericano, considera nuestra región como su propio patio trasero y es aquí donde los ataques han sido ejecutados con mayor ferocidad y donde ya aparece con claridad la aplicación de métodos de guerra civil. Esta es la base material del creciente descontento social de las masas.

¿Qué hacer?

Tenemos ante nosotros la vieja pregunta de que hacer entonces para avanzar en este tiempo complejo y lleno de peligros.

Humildemente pensamos que lo primero es llevar la noticia por todos lados que los revolucionarios no hemos desaparecido sino que estamos aquí y somos parte integral de nuestros pueblos.

Lo segundo es rescatar las ideas mas centrales del desarrollo del pensamiento revolucionario latinoamericano e internacional poniendo énfasis en que lo único estratégico inamovible debe ser la derrota del imperialismo, el aplastamiento de las burguesías criollas, la realización de la revolución socialista y la construcción del socialismo, y que para ello se faz necesario construir el estado mayor de la revolución latinoamericana y mundial. Todo lo demás, se trata en definitiva de táctica, de los dos componentes fundamentales de la estrategia de la revolución proletaria, y esas tácticas no deben ser confundidas con la estrategia.

No tenemos porque hacer ningún tipo de concesiones en estas definiciones fundamentales. Las correlaciones de fuerza se construyen sobre la base de solidas definiciones, en condiciones objetivas propicias y un espíritu de hierro en tanto cumplir nuestros objetivos.

La política Revolucionaria se hace y se materializa por la base, por la práctica concreta y es allí donde se reafirma y se ensancha o se niega.

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