América Latina: La vuelta empeorada de la década de 1980

América Latina: La vuelta empeorada de la década de 1980

¿Preparados? la esperanza llegará, más levantes populares estallaran inevitablemente en América Latina y todo el mundo

Karl Marx dijo que la historia parece que se repite.

De hecho, la historia se desarrolla en espiral. Parece que hay un retorno a lo anterior, pero eso sucede en un nivel superior.

En la década de 1980 hubo la bancarrota generalizada de los países latinoamericanos y el ascenso del movimiento de masas.

En 1983, en Brasil, fue formada la CUT, después de que grandes movilizaciones obreras retomaron más de 1.500 sindicatos importantes de los burócratas vinculados a la Dictadura Militar.

En 1985, fue fundado el MST (Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra) después de una ascenso importante de la lucha en el campo.

En Argentina hubo un enorme ascenso de masas que llevó a la caída de la Dictadura Militar.

En Chile, a partir de 1982, hubo un gran ascenso de masas que puso en jaque a la Dictadura.

Y situaciones similares se repitieron en toda la región.

El principal combustible que pone en movimiento a las masas es la presión que la crisis capitalista obliga a la burguesía ejercer para salvar sus ganancias y privilegios.

Las revueltas populares espontaneas ya volvieron a aparecer en varios países.

Antes de la “pandemia”, las vimos en Francia, Sudan, Sri Lanka y en varios países de América Latina, principalmente en los dos puntos fuertes del control imperialista, en Chile (2019) y en Colombia (2021).

Después de la “pandemia”, las hemos visto en las revueltas populares en Francia y en Ecuador, así como en el ascenso huelguístico en toda Europa.

La temperatura social sólo va aumentando conforme la crisis del capital amenaza estallar.

¿Por qué inevitablemente vienen más levantes populares?

Para responder a esa pregunta basta echarle un vistazo a lo que está pasando en la región, siguiendo el compás del aprieto del imperialismo sobre la región.

Argentina y Bolivia se encuentran a poca distancia de la bancarrota.

En Argentina, las huelgas que le pasan por arriba a la burocracia sindical son la constante.

La situación económica es de bancarrota técnica. Instituciones importantes, como la Anses (seguridad social) y varios bancos públicos, fueron desvalijados para mantener a Argentina “en la Comunidad Internacional” pagando la corrupta deuda pública, que ya fue pagada varias veces.

El FMI (Fondo Monetario Internacional) y directamente el imperialismo norteamericano exigen lo más próximo a un gobierno de unidad nacional para recorrer al rescate.

Ya lo hicieron en el último año del gobierno Macri, cuando le pasaron US$ 47 mil millones, que en buena medida fueron usados para mantener a la derecha viva en las últimas elecciones nacionales.

Ahora las exigencias son mucho más duras, con ataques mucho más duros en contra de los trabajadores.

En esta situación, y considerando la crisis internacional, una nueva revuelta popular en Argentina, es prácticamente inevitable.

En Bolivia, las reservas cambiarias están casi en el fondo. El gobierno del ex ministro “neoliberal” de Evo Morales, Luis Arce, busca salidas por medio del litio y del estaño, haciendo acuerdo con China y Europa, y sometiéndose, al mismo tiempo, a dictámenes de los Estados Unidos.

Es una especie de último suspiro del cisne, lo que se repite en toda la región.

En Ecuador, la crisis del gobierno Lasso refleja una situación que viene desde el gobierno de Lenin Moreno, que expulsó a Julian Assange de la Embajada en Londres a cambio de un préstamo de US$ 4 mil millones del FMI.

El uso del dólar como moneda nacional ya hace décadas y la dependencia de las exportaciones de petróleo han dejado el país muy expuesto a las contradicciones en los Estados Unidos y a la crisis mundial.

El papel de las burocracias locales repite el papel nefasto general mientras la presión de las bases aumenta, principalmente sobre la Conaie (Confederación Nacional de los Indígenas del Ecuador).

El indigenismo ecuatoriano fue totalmente cooptado por el imperialismo mientras que el correísmo se apresó para volver a actuar como bombero de las luchas populares.

En Chile, la ultra derechización del gobierno Boric amenaza hacer estallar el gobierno en el caso de derrota en el referendo constitucional de diciembre que está controlado por la extrema derecha.

En Colombia, los acuerdos de paz con el ELN (Ejército de Liberación Nacional) no han sido suficientes para estabilizar la situación en el principal estado narcoparamilitar de la región.

Las medidas tomadas por el gobierno de Petro no han pasado de cosméticas, donde los grandes problemas nacionales pasan muy lejos. Para empezar la cuestión de la soberanía nacional con la existencia de nueve bases norteamericanas, cuyo objetivo es fundamentalmente controlar las exportaciones de la cocaína.

La economía sufre con los vaivenes de los precios del petróleo y de las materias primas agrícolas, mientras la situación del pueblo solo empeora.

En México, la dependencia de los Estados Unidos es más que umbilical. Las remesas de los inmigrantes son uno de los principales componentes de la economía, junto con el turismo (principalmente norteamericano), las exportaciones de las maquiladoras a los Estados Unidos y el petróleo también exportado a los Estados Unidos.

Es evidente, que dejando de lado los discursos, tenemos una situación en que cualquier gripe en los Estados Unidos tiene el potencial de convertirse en una neumonía.

Los movimientos en dirección a la desdolarización, la moneda única, el comercio con China en yuanes, ampliar los BRICS, hacer funcionar el Mercosul o la Unasul, son acciones puramente cosméticas mientras la soberanía de la región siga con estos niveles de control por el imperialismo.

La lucha en contra del imperialismo se funde con la solución de los problemas de los trabajadores y las masas.

Las burguesías están bajo el control del imperialismo, como socios menores de la brutal explotación de los pueblos de la región.

El nacionalismo burgués puede resurgir a partir de sectores de la pequeño burguesía, pero dado sus límites, es tarea de los verdaderos revolucionarios socialistas unir la lucha contra el capital con la lucha en contra de la opresión nacional.

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