Marco Samillán un profesional con conciencia de clase

Marco Samillán un profesional con conciencia de clase

Marco Antonio Samillán Sanga, un estudiante de Medicina de 31 años, estaba a punto de iniciar su internado en el hospital Carlos Monge Medrano en Juliaca, en el sur de Perú. Su pasión por la medicina lo llevó a salir a las calles el 9 de enero, junto a un grupo de voluntarios, para brindar ayuda a los heridos en las cercanías del aeropuerto de la ciudad.

Una voz apagada, un llamado a la unidad

Nadie aspira a ser un mártir, nadie anhela perder a un ser querido, y nadie desea contemplar la vida desde el abismo. Sin embargo, en ocasiones, un ciudadano común y corriente, cuya vida transcurre en la rutina del sistema, trabajando, regresando a casa, y adaptándose a las expectativas establecidas, puede transformarse en el rostro más inesperadamente revolucionario en medio de una marea de protestas. No se trata solo de un despertar de conciencia, sino de una necesidad apremiante. Cuando la tiranía se convierte en ley, la revolución emerge como el único orden posible.

En esta ocasión, nos unimos en un emotivo homenaje a Marco Samillán, un joven interno de medicina cuya vida fue truncada por la fuerza policial bajo el régimen de Dina Boluarte. Pero no solo recordamos a Marco; también honramos a todos aquellos valientes que, a pesar del temor, han alzado su voz porque comprenden que el camino hacia una auténtica democracia solo se forja junto a sus compañeros de clase.

Este no es solo un tributo en memoria de Marco, sino una llamada a la acción, un recordatorio de que su sacrificio no debe ser en vano. Su partida debería encendernos con la rabia ante la pérdida de otro hermano a manos de la burguesía, cuyo sistema carece de esperanza para el futuro.

Quién era Marco Samillán: Un comprometido estudiante de Medicina

Marco Antonio Samillán Sanga, un estudiante de Medicina de 31 años, estaba a punto de iniciar su internado en el hospital Carlos Monge Medrano en Juliaca, en el sur de Perú. Su pasión por la medicina lo llevó a salir a las calles el 9 de enero, junto a un grupo de voluntarios, para brindar ayuda a los heridos en las cercanías del aeropuerto de la ciudad.

Marcos se desempeño con el rol de una de las «líneas» organizadas durante las protestas en los últimos años. Era un «Brigadista», una persona que coloca su vida en riesgo, para rescatar a otros.

La Universidad Nacional del Altiplano (UNA) de Puno entregó el título honorífico de médico cirujano en homenale póstumo al estudiante. El rector de la universidad, Paulino Machaca Ari, destacó que Marco Antonio era un destacato estudiante de la facultad de Medicina Humana, quien cursaba los últimos ciclos de su formación profesional. “Su noble rol humano en preservar la vida humana es digno de reconocer e imitar”, dijo la autoridad universitaria.

Un acto de solidaridad truncado por la violencia

En medio del caos, Marco Samillán y otros voluntarios intentaban socorrer a heridos, tanto civiles como policías, cuando fueron atacados por la Policía. En este fatídico episodio, Marco recibió dos disparos mortales.

Su hermana, Milagros, narra que mientras trataba de ayudar a una persona herida, recibió el primer disparo en la espalda y otro en el pecho cuando intentaba ponerse de pie. Milagros confirma que su hermano presentaba heridas de bala en la espalda y el pecho.

Han matado a un profesional. Él tenía todo un futuro. Él hubiera podido salvar 1.000 vidas más, pero lo han asesinado. Yo pido que se haga justicia’’, dijo Milagros fuera del hospital donde Marco Antonio

Milagros, trabajadora y estudiante de Psicología, recuerda a su hermano como la fuerza de la familia, especialmente después de la pérdida de su madre y una hermana en un accidente de tráfico hace seis años.

Llamado a la organización de clase contra la tiranía

Marco Samillán, con el deseo de convertirse en neurocirujano, dejó una huella imborrable en sus colegas y profesores. Su compromiso y sensibilidad hacia los problemas de salud en la región lo destacaban. A pesar de no tener afiliación política, como peruano, le preocupaba profundamente la situación del país.

La Universidad Nacional del Altiplano de Puno, la Federación Peruana de Estudiantes de Medicina Humana y el Colegio de Biólogos de Puno lamentaron su pérdida y destacaron su sacrificio en cumplimiento de su vocación médica.

El viernes, la familia de Marco lo despidió en Juliaca, donde descansa junto a su madre y hermana.

La muerte de Marco Samillán no solo es una tragedia personal, sino un llamado urgente a la organización de clase contra la tiranía, un recordatorio de que incluso aquellos que desean salvar vidas pueden convertirse en víctimas de la violencia injusta.

En un contexto donde el aparato estatal se enfoca implacablemente en la búsqueda de ganancias, la paz verdadera se torna inalcanzable. Esto se debe a que, cuando es necesario, el sistema puede justificar incluso actos de violencia extrema, como masacres y asesinatos sin juicio, mientras criminaliza a quienes alzan su voz en defensa de una democracia genuina.

La memoria de Marco Samillán seguirá ardiendo como una antorcha en nuestro camino, inspirándonos en nuestra implacable lucha por la justicia y la libertad en Perú. Una luz, que recuerda que no todo está periddo, que aún existe la solidaridad, la compasión y el amor. Su nombre implica directamente en pensar el amar la profesión que elegimos, desafiando la implacable mercantilización impuesta por este sistema en nuestras vidas, como lo hace en la educación y en nuestras vocaciones. Su legado nos insta a romper las cadenas que aprisionan nuestras pasiones y a defender un mundo donde el valor de la vida superen las restricciones del sistema.

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