Israel: los acuerdos de Abraham y el recurrente genocidio sionista

Israel: los acuerdos de Abraham y el recurrente genocidio sionista

Los acuerdos de Paz de Abraham y sus efectos en Israel y Emiratos Árabes Unidos

Los Acuerdos de Abraham, también conocidos como los Acuerdos de Paz de Abraham o los Acuerdos de Paz de Abraham entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), son un conjunto de acuerdos diplomáticos firmados el 15 de septiembre de 2020 patrocinados por los Estados Unidos

Los principales puntos de los Acuerdos de Abraham incluyen:

Normalización de relaciones: Israel y los EAU acordaron normalizar completamente sus relaciones diplomáticas, económicas y culturales, estableciendo embajadas y cooperación en una amplia gama de áreas, incluyendo turismo, comercio, tecnología, atención médica y seguridad.

Suspensión de anexión: Como parte del Acuerdo, Israel acordó suspender sus planes de anexar partes de Cisjordania.

Compromiso de colaboración en proyectos de investigación y desarrollo, así como en la creación de vínculos entre empresas y organizaciones de ambos países.

Además del acuerdo entre Israel y los EAU, otros países como Bahréin, Sudán y Marruecos también establecieron acuerdos similares con Israel.

Esa política que implicaba en liquidar al pueblo palestino naufragó con la Operación Diluvio de al-Aqsa el 7 de octubre de 2023.

¿Quiénes son los amigos de Israel?

Israel, como lo expresaron abiertamente varios políticos norteamericanos, con un arma apuntaba contra la cabeza de los pueblos del Oriente Medio, hoy llamado Asia Occidental, para defender sus intereses.

Después de la fundación del Estado de Israel en 1948, impuesta por los Estados Unidos y el Reino Unido, dedicó inmediatamente sus esfuerzos a proporcionar ayuda militar y civil a países con brutales dictaduras.

Quien enfrentó inicialmente esa política fue Egipto, bajo el liderazgo de Gamal Abdel Nasser, a partir de 1956.

Posteriormente, Libia desempeñó un papel similar, después de que Muamar Gadafi llegara al poder en 1969.

Egipto ejerció su poder político, militar y económico para disuadir a otros Estados de establecer relaciones con Israel, o para cortar o degradar los vínculos existentes.

Gadafi amenazó con desestabilizar regímenes que tenían vínculos con Israel.

Las presiones árabes tuvieron éxito y, después de las guerras de 1967 y 1973, docenas de Estados, con poblaciones tanto musulmanas como no árabes, rompieron o degradaron oficialmente sus relaciones con Israel. Estos no eran sólo países africanos.

Si bien hoy en día el BDS, el movimiento de boicot, desinversión y sanciones, logra impedir que las estrellas del pop internacionales actúen en Israel, los países árabes, bajo el liderazgo de Egipto y Libia, a lo largo de los años, por ejemplo, impusieron con éxito embargos de petróleo a países y sanciones sobre empresas que hacían negocios dentro de Israel, e incluso lograron obligar a los gobiernos europeos a limitar sus relaciones con Israel en ciertos ámbitos.

Tras las olas de ruptura de relaciones con Israel después de las guerras, Israel fortaleció sus vínculos con regímenes como la Sudáfrica del apartheid.

Israel también estableció fuertes vínculos con las juntas militares en América Latina durante sus diversas “guerras sucias”: las campañas internas que emprendieron desde mediados de los años 70 hasta principios de los 80 para eliminar a sus oponentes políticos internos.

Los regímenes militares del llamado Cono Sur de América Latina lanzaron la llamada Operación Cóndor bajo los auspicios de los Estados Unidos, en la que cooperaron para localizar, capturar, torturar y eliminar a activistas de la oposición y la guerrilla. Israel ayudó a cada junta por separado a implementar la Operación Cóndor en sus respectivos países.

Relaciones genocidas renovadas

Después de que Israel y Egipto firmaran los Acuerdos de Camp David, en septiembre de 1978, Israel se liberó de su principal “saboteador” y, poco a poco, otros Estados comenzaron a renovar o establecer relaciones con Israel.

Esta renovación se basó en que Israel vendió servicios y equipos militares y, más recientemente, tecnología de vigilancia, incluso a regímenes asesinos.

En la década de 1990 -con el fin de la Guerra Fría, la firma de los Acuerdos de Oslo con la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) y el acuerdo de paz con Jordania-  lo que era un goteo se convirtió en una ola.

Israel reanudó relaciones con la mayoría de los países del mundo, pero aún encontró dificultades para normalizar sus vínculos con los países musulmanes árabes y no árabes.

La OLP no sólo normalizó su relación con Israel, sino que la Autoridad Palestina se convirtió en gendarme de la administración del régimen de apartheid de Israel en Cisjordania y la Franja de Gaza. Eso hizo políticamente más fácil para otros países negociar con Israel y acordar con él medidas de normalización.

Esta naturaleza falsa de tal antinormalización no comenzó durante el período de Oslo, sino varias décadas antes, cuando muchos países tal vez rompieron relaciones formales con Israel, pero continuaron haciendo negocios.

Un ejemplo es Chad, un país de mayoría musulmana que cortó oficialmente los lazos con Israel en 1972 y no los renovó hasta 2019.

Sin embargo, un documento elaborado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel en mayo de 1985 y recientemente desclasificado por los Archivos del Estado, afirma que ya en 1982 Israel inició contactos con el entonces dictador de Chad, Hissène Habré.

En febrero de 1983, se firmó con él un acuerdo, según el documento de 1985, sobre “la asistencia militar israelí al Chad en personal y equipo, y también para el establecimiento de una misión secreta israelí en el Chad”.

En ese momento, el presidente Habré era responsable de asesinatos en masa, desapariciones y violaciones dentro de su propio país, lo que llevó en 2016 a su condena por un tribunal internacional por crímenes de lesa humanidad.

Habré fue derrocado por un golpe de estado en 1990, pero en 2008, su sucesor, Idriss Déby, compró vehículos blindados a Israel cuyos techos estaban equipados con dispositivos para montar ametralladoras.

Déby, ex jefe del ejército del país, se encontraba en medio de una sangrienta guerra civil cuando compró los vehículos.

Tras la publicación de informes e imágenes de estos vehículos en los medios de comunicación, Chad admitió su compra a Israel y lo informó a las Naciones Unidas.

Intereses cambiantes, misma política genocida

No fue sólo la falta de credibilidad lo que socavó las demandas de los líderes palestinos de que los países musulmanes, árabes y no árabes, evitaran la normalización con Israel, sino también la falta de viabilidad debido a los intereses cambiantes de esos países.

Dos acontecimientos históricos ocurridos en la segunda década del siglo XXI cambiaron el panorama hacia una rápida normalización con Israel.

Uno fue la decisión de Irán de incrementar el apoyo a los grupos de la Resistencia y el otro fue la Primavera Árabe de 2011.

A pesar de sus disputas, la mayoría de los países musulmanes árabes y no árabes han llegado a la conclusión de que deben cooperar para luchar contra el aumento del poderío regional de Irán y también contra los movimientos que buscan instigar un cambio de régimen.

Los actores más destacados en este sentido son justamente los grupos de la Resistencia, pero también están las dificultades sufridas por amplios sectores de los pueblos de la región, mientras las camarillas que gobiernan viven muy bien.

Desde los Acuerdos de Oslo, y a la luz de la creciente participación y actividad por parte de Irán y la acción de la Resistencia han reemplazado a la OLP como los principales archienemigos de Israel.

Se trata de un retroceso histórico para Israel.

Si David Ben-Gurion inventó la doctrina de la “alianza de la periferia”, que incluía extender la ayuda israelí a regímenes como el del Sha en Irán, ahora Israel está trabajando con países musulmanes árabes y no árabes para controlar a Irán. Mientras ayuda a esos países a mantener la estabilidad de sus propios regímenes tiránicos, ellos a su vez ayudan a Israel a mantener su propio régimen tiránico en los territorios palestinos ocupados.

Estados Unidos: los patrones de los sionistas en la voz de los sionistas

Estados Unidos comparte plenamente la posición y politica de Israel con respecto a este histórico cambio de intereses; esto no fue sólo un capricho del expresidente Donald Trump.

Prueba de ello fue mencionada por el mayor general (retirado) Amos Gilad -antiguo miembro de alto rango del sistema de seguridad israelí, quien durante años participó en la construcción de las relaciones de Israel con los países árabes y musulmanes no árabes, así como en el mantenimiento de vínculos con Estados Unidos-  en una entrevista transmitida en el podcast del comentarista político Nadav Perry, el 16 de abril de 2023, en el diario Haaretz.

En respuesta a la pregunta de cómo debería relacionarse Israel con Arabia Saudita a la luz del asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018 y el desmembramiento de su cuerpo, Gilad respondió:

“Yo, que he tratado mucho con los países árabes, he llegado a la conclusión que el Estado de Israel debería hacer todo lo posible para fortalecer los vínculos con los países árabes sin considerar realmente los regímenes de esos países.

No hay ninguna posibilidad de que alguna vez haya una democracia en el Medio Oriente, excepto Israel… Los regímenes, como los de Egipto, Arabia Saudita, Jordania, los principados y los Emiratos, son regímenes estables, [y] su estabilidad sirve a los intereses de seguridad nacional de Israel y de todo el mundo libre, incluso los estadounidenses lo entienden.

“La diferencia entre Estados Unidos y China es que Estados Unidos no necesita petróleo, a diferencia del pasado, y una administración como la del presidente Biden da alta prioridad a los valores democráticos.

Pero veo una moderación en la actitud estadounidense hacia el mundo árabe… Biden también se acercó a [el príncipe heredero saudí] Mohammed bin Salman… Detecto una actitud más sobria allí, incluso frente a Egipto; ellos [los estadounidenses] difícilmente condenan a los egipcios”.

Gilad en una conferencia de las industrias militares israelíes celebrada en diciembre de 2019, había dicho: “El problema es, ¿cómo se abordan las revoluciones? … Cualquier equipo militar israelí que contribuya a construir una fuerza que pueda usarse para atacar a Israel, dada una revolución allí [en un país árabe], es indeseable y debe evitarse. Todo lo relacionado con la estabilidad del régimen –y aquí surgen cuestiones morales sobre su uso contra oponentes [de esos regímenes]– apoyo la preservación de la ayuda israelí”. Además, añadió Gilad, “también tenemos una increíble cooperación en materia de seguridad con los países del Golfo, Arabia Saudita”. Es decir, mientras no haya temor de que el conocimiento y el armamento israelíes se utilicen contra el propio Israel, éste no debería limitar sus exportaciones por temor a que se utilicen para la represión interna.

El concepto, explicó Gilad, está en el centro de los Acuerdos de Abraham y de los acuerdos emergentes con otros países musulmanes árabes y no árabes.

Estados Unidos e Israel deberían ayudar a regímenes tiránicos cuando recurren a la violencia. para reprimir a elementos de la oposición, periodistas, mujeres y otras minorías.

El Islam político ha reemplazado a la “amenaza comunista” e Irán ha reemplazado a la URSS.

Estos son los mismos argumentos que se utilizaron para justificar la guerra de Estados Unidos en Vietnam y la ayuda militar que Estados Unidos e Israel proporcionaron, por ejemplo, a la junta de Pinochet en Chile cuando perpetró crímenes contra la humanidad en los años 1970 y 1980. Ahora están siendo convocados a apoyar la reorganización geopolítica de Medio Oriente y el Norte de África.

Operación Cóndor 2.0

Cerrada desde hace mucho tiempo está la Escuela de las Américas en el Canal de Panamá, donde Estados Unidos entrenó a decenas de miles de oficiales de toda América Latina, muchos de los cuales regresaron a sus países durante la Guerra Fría para participar en golpes militares, torturas masivas, asesinatos, violaciones, genocidio y terrorismo.

Pero, la mayoría de los oficiales del ejército de los países árabes todavía están siendo entrenados en Estados Unidos, en un esfuerzo por preservar la dependencia de sus regímenes de estos últimos y evitar su transición hacia una dependencia total de China.

Según The Intercept los oficiales militares entrenados en Estados Unidos, la mayoría de ellos en estados de mayoría musulmana, han participado en 11 golpes de Estado en África Occidental desde 2008.

Tras los Acuerdos de Abraham y otros acuerdos de normalización firmados por Israel, además de proporcionar sofisticados sistemas de vigilancia y armas a una variedad de regímenes problemáticos, los oficiales del ejército de esos regímenes recibirán entrenamiento e inteligencia de Israel, algo que este último ha hecho, adquirido y desarrollado también gracias a su opresión y control de la población palestina.

Todos estos acontecimientos no garantizarán la estabilidad de los regímenes dictatoriales árabes y musulmanes no árabes, ya que su existencia siempre estará condicionada y cuestionada. Un claro ejemplo de esto es Egipto, que recibe la mayor ayuda militar estadounidense después de Israel y sigue siendo uno de los países más inestables de la región.

El mayor enemigo del pueblo egipcio es su propio régimen, que desperdicia sus enormes recursos humanos y naturales y se centra en una guerra incesante contra la mayoría de los ciudadanos que no pertenecen a la élite que gobierna el país.

Para mantener la apariencia de estabilidad en Egipto y otros regímenes de la región, es necesario un ciclo interminable de opresión y violencia. En situaciones como estas, si lo consideran necesario, esos regímenes no pestañearán; es decir, habrá muchos más casos como el asesinato del periodista Khashoggi.

A diferencia del papel que desempeñó en las décadas de 1970 y 1980 en América Latina, hoy, como parte de la “Operación Cóndor 2.0” en Medio Oriente y el Norte de África, Israel no es un actor secundario sino uno con un papel protagónico en su coordinación general.

Al igual que con la cocaína, estos regímenes se vuelven adictos al equipo de vigilancia, armamento, entrenamiento e inteligencia israelíes, y sólo hablaban de boquilla sobre la cuestión palestina hasta el 7 de octubre de 2023.

Esta vez, la lucha para mantener la estabilidad de los regímenes, incluida la estabilidad del propio régimen de apartheid de Israel frente a la población palestina, se libra con tecnología más avanzada que las ametralladoras Uzi y los rifles Galil que Israel vendía durante la eliminación de masas de opositores y activistas de izquierda en América Latina. En esencia, sigue siendo la misma “guerra sucia”.

Pero cuando los pueblos se levantan en lucha por sus causas no hay tecnología ni fuerza militar capaz de derrotarlos, como lo está mostrando la lucha actual del pueblo palestino, que también ha puesto en movimiento a todos los pueblos del mundo en contra del sionismo y sus patrones imperialistas.

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