Chile en el Plan Cóndor 2.0

Chile en el Plan Cóndor 2.0

El gobierno Boric le dio continuidad a las políticas de Sebastián Piñera, que fue un hombre de la dictadura, aumentó la represión, amplio las leyes represivas, y le dio mas facilidades a los Carabineros.

Material de la Coordinadora Antiimperialista Nuestra América.

El Plan Cóndor 2.0 avanza a todo vapor en América Latina a partir de la presión de los Estados Unidos que se están preparando para una gran guerra en la cual América Latina les sirve como retaguardia estratégica.

El Plan Cóndor 2.0 fue impuesto a partir de la Reunión Cumbre de Seguridad que sucedió en Quito, Ecuador en septiembre del 2022, donde participaron la general Laura Richardson, por el Pentágono, la CIA, el FBI, el Mossad, el MI6 y 12 ministros de la defensa.

Allí la política definida fue defender la América Latina para los Estados Unidos de otras potencias y también de cualquier levante de masas.

Los países donde esa política está siendo aplicada con más vigor son Perú, Ecuador, Colombia y Chile, pero el objetivo es imponerla en toda la región.

Chile fue hasta octubre del 2019 el modelo del imperialismo norteamericano para América Latina, por su estabilidad conseguida a partir de la destrucción de las organizaciones de masa por medio de los métodos de guerra civil aplicados por la sanguinaria dictadura encabezada por el general Augusto Pinochet.

Lo fundamental de las políticas de Pinochet fueron mantenidas en la “democracia” que se abrió con el gobierno del demócrata cristiano Patricio Aylwin y fueron profundizadas en los gobiernos de la Concertación y Nueva Mayoria del cual participaron los partidos Socialista y Comunista.

Del gobierno Boric a mucho más crisis

El gobierno Boric le dio continuidad a las políticas de Sebastián Piñera, que fue un hombre de la dictadura, aumentó la represión sobre los Mapuches, mantuvo a los presos políticos, decretó la Ley del Gatillo Fácil que es una licencia para matar para los Carabineros, que son una de las policías más nazis en las Américas.

La Ley de Seguridad Nacional de Pinochet y los varios sabores de la Ley Antiterror no sólo siguen vigentes sino que a cada poco tiempo se le agregan nuevos capítulos.

El objetivo es mantener las políticas que benefician a los empresarios que se fortalecieron con la dictadura y principalmente a sus amos del norte.

Con la derrota de Boric dos veces consecutivas en los referendos constitucionales, cuya aprobación era su razón de ser, el gobierno Boric quedó muy dependiente de la derecha mientras su base de la “izquierda” institucional se le vino abajo, en una especie de carrera del sálvese quien pueda.

En el 2024 serán las elecciones municipales que normalmente marcan las elecciones presidenciales próximas, que deberán suceder en el 2025.

El Milei chileno, el grupo de Kast, tiene una fuerza creciente aunque se ha visto debilitada por la derrota en el referendo constitucional que estuvo controlada por su partido, Republicanos.

El imperialismo norteamericano, el amo de América Latina, maniobra para mantener pacificada su retaguardia estratégica, buscando fortalecer algún candidato de la centro derecha.

Conforme la crisis avanza la debacle política se acentúa. Las masas que se levantaron en la gran Revuelta Popular de 2019 fueron pacificadas en la “pandemia”. Pero ninguna de sus reivindicaciones fueron atendidas.

Al contrario, la situación se ha vuelto mucho peor para las grandes masas mientras la represión escala sin parar.

Es la crisis lo que pone a los pueblos en movimiento. Y la tarea de los revolucionarios consecuentes debe tener con misión darle orientación a las luchas, que deberán se espontáneas debido a la putrefacción de las organizaciones de masas que fueron tomadas por pequeñoburgueses corruptos que las usan para subir en la escala social por medio de negociados turbios.

La orientación política clara y comprobada en la práctica, en luchas concretas, es lo que le da confianza a las masas a avanzar en la lucha. La fusión entre el movimiento de masas, encabezado por los trabajadores más combativos, y la política revolucionaria deberá dar lugar inevitablemente a organizaciones revolucionarias de masas antiimperialistas y que luchen para acabar con el yugo del capital.

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