Maceió, Alagoas: comunidad destrozada, vidas perdidas y sueños destruidos

Maceió, Alagoas: comunidad destrozada, vidas perdidas y sueños destruidos

Las grietas en los barrios del Pinheiro, Mutange y Bebedouro fueron el resultado directo de la actividad de extracción de sal-gema realizada por la empresa Braskem. ¿Cuantas vidas afectadas, muertes, valen el lucro de las empresas a los ojos del estado?

Por Mafra

La ciudad de Maceió, capital del estado de Alagoas en Brasil, está sumida en una crisis sin precedentes, enfrentando la tragedia de los barrios del Pinheiro, Mutange y Bebedouro, donde más de 40,000 personas han sido desplazadas debido al inminente riesgo de colapso del suelo. El calvario comenzó tras intensas lluvias que sacudieron la estructura de la ciudad, culminando en un terremoto de magnitud 2.5 en la escala Richter el 3 de marzo de 2018.

Los temblores no eran nuevos para los habitantes, que habían experimentado eventos similares en años anteriores, pero esta vez la magnitud fue alarmante. Grietas aparecieron en las calles y edificios, dejando a la población en alerta. Sin embargo, durante años, la prensa y los expertos descuidaron las preocupaciones de los residentes, atribuyendo los temblores al neotectonismo, sin investigar a fondo las verdaderas causas.

Fue solo después de un extenso proceso de investigación, que involucró a entidades nacionales e internacionales, que el Servicio Geológico de Brasil (CPRM) emitió un veredicto claro: las grietas en los barrios del Pinheiro, Mutange y Bebedouro fueron el resultado directo de la actividad de extracción de sal-gema realizada por la empresa Braskem. El vacío dejado por la extracción del mineral, llenado con agua por la empresa, causó la inestabilidad del suelo, poniendo en peligro la seguridad de los habitantes.

Mientras la población enfrentaba el riesgo inminente de colapso, Braskem intentaba evadir la responsabilidad, atribuyendo los temblores a causas naturales. Sin embargo, las evidencias eran claras y el peligro inminente. Un eventual desplome sería una tragedia de proporciones catastróficas, superando incluso los desastres de Brumadinho y Mariana juntos.

Ante la crisis, las autoridades locales y federales respondieron con medidas inadecuadas e insuficientes. La ayuda financiera ofrecida a los desplazados era ínfima, incapaz de cubrir las necesidades básicas de las familias afectadas. Mientras tanto, la represión contra los residentes que se negaban a abandonar sus hogares era implacable, con cortes de servicios básicos y multas injustas.

La situación sólo empeoró con el aumento exorbitante de los precios de los alquileres, impulsado por la creciente demanda de viviendas seguras. Los habitantes, ya desplazados y desamparados, ahora enfrentan una nueva batalla por la supervivencia en medio de la explotación de los buitres del mercado inmobiliario.

Mientras tanto, el sistema judicial, muchas veces cómplice de los intereses de las grandes empresas, frustraba los esfuerzos de los habitantes en busca de justicia. Pedidos de bloqueo de miles de millones de reales de los activos de Braskem fueron negados, dejando a las víctimas luchando por migajas en un sistema que favorece a los poderosos.

La tragedia del Pinheiro es otro ejemplo de los peligros de la gestión privada en detrimento de la seguridad y el bienestar de la población. Empresas como Braskem ponen el lucro por encima de la vida humana, mientras que el Estado, en muchos casos, se muestra complaciente o incluso cómplice.

Mientras la población de Maceió espera un desenlace para esta crisis, la verdadera tragedia ya ha ocurrido: la comunidad destrozada, las vidas perdidas y los sueños destruidos. Y en el corazón de este desastre está la codicia despiadada de las corporaciones, que continúan operando impunes, dejando un rastro de destrucción y desesperación a su paso.

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