La inflación, las guerras y las revoluciones

La inflación, las guerras y las revoluciones

En un mundo de alta inflación, crisis y creciente deuda pública, la Reserva Federal eleva tasas, Europa enfrenta problemas energéticos, y las protestas aumentan. El ascenso de masas está comenzando; la burguesía resiste por medio de la guerra y el aumento de la represión

Los niveles de inflación están altos en todo el mundo, principalmente en los países desarrollados, considerando los patrones de las últimas cuatro décadas, donde la inflación oficial estuvo rondando el 0%.

Aparte del maquillaje contable, las mercancías baratas que venían de China y otros países ayudaron a bajar los costos y a orientar a la mayoría de las potencias imperialistas al sector de servicios.

Esa situación cambió a partir del estallido capitalista de 2008 y principalmente con la contención de la crisis durante la “pandemia” y más recientemente con la guerra en Ucrania.

En los Estados Unidos, la Reserva Federal, que es el banco central privado, mantiene las tasas de interés para las grandes empresas arriba de los 5% y aún con la perspectiva de promover más aumentos.

El impacto sobre la especulación financiera, principalmente sobre los derivados financieros que mueven trillones, es enorme porque los grandes especuladores financieros, que incluyen a los grandes bancos, los grandes fondos de “inversiones” y las grandes empresas, dependen de la obtención de dinero fácil y barato del estado.

Esos aumentos ya costaron la bancarrota de varios bancos de tamaño mediano en los Estados Unidos, aunque en Europa quebró el segundo mayor banco suizo, el Crédit Suisse, y en Alemania quedó muy afectado el Deutsche Banke.

El rescate de los grandes capitalistas ha provocado que la deuda pública norteamericana haya superado los US$ 33 billones (trillions) y que la deuda total sea superior a los propios activos existentes en los Estados Unidos.

En Europa la situación se ha vuelto aún más dramática, principalmente después de la pérdida de la energía barata rusa. Aunque la sigan importando por medio de Gas Líquido LNG o a partir de intermedios, los costos han aumentado y la ruptura de las cadenas productivas globalizadas la ha impactado de lleno.

La proyección de la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), integrada por 38 países, tiene como previsión que los niveles actuales de inflación se mantendrán durante varios años.

La previsión de crecimiento económico es para abajo y mucho más bajo que lo que había hasta 2019.

En China principalmente, la caída del crecimiento económico es de tres veces, lo que impactó fuertemente las importaciones de América Latina.

Los problemas en la economía son generalizados y tiene como base la agudización de la mayor crisis capitalista de todos los tiempos.

Al enorme endeudamiento generalizado, se le suma la creciente dificultad de manejar el vencimiento de títulos públicos cada vez a más corto plazo.

La falta de liquidez, o sea la falta de dinero de las grandes empresas para poder cerrar sus operaciones diarias, no solo es recurrente sino que ha empeorado, lo que ha vuelto a hacer con que las tasas de interés pagas por títulos a corto plazo paguen lo mismo que a 20 o 30 años.

La inversión de las curvas de la especulación financiera es uno de los síntomas que siempre antecede a nuevos grandes estallidos capitalistas.

Cuando una nueva crisis estaba para estallar en 2019, la controlaron con la “pandemia”. Cuando estaba para estallar de nuevo a finales de 2019, la controlaron de nuevo con la guerra en Ucrania.

Este gráfico muestra como la deuda pública disparó en la “pandemia” y como ahora se está yendo a la nubes de nuevo. Sólo en los Estados Unidos el déficit público es de casi US$ 2 billones (trillions) o aproximadamente el PBI de Brasil.

Los costos que los estados burgueses pagan para girar los mecanismos especulativos con las deudas públicas se han ido a las alturas, lo que genera fuertes presiones inflacionarias.

En la Zona del Euro, las tasas de interés se han ido de menos de 0% a más del 4%.

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El líder de la Revolución Rusa de 1917, Vladimir Ilich Lenin, ya decía que no hay nada más revolucionario que la inflación.

Es la lucha en contra del enorme empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores y de las masas en general lo que ha llevado a la desestabilización del sistema capitalista mundial. Las mayores huelgas en 40 años en Europa, enormes protestas, grandes huelgas en los Estados Unidos, como la mayor huelga metalúrgica en Detroit en 88 años.

El mundo capitalista camina a pasos anchos rumbo a la hiperinflación, incluso por su dificultad de liberarse de las montañas, crecientes, de capitales ficticios/ especulativos, que se han convertido en componentes estructurales de las ganancias y de la reproducción ampliada de los grandes capitales.

El capitalismo ve sus leyes cada día más tensionadas. La propiedad privada sobre los medios de producción se choca con mucha fuerza con la socialización de las relaciones sociales de producción, con la globalización de las cadenas productivas, con la introducción acelerada de la tecnología en los varios segmentos de la industria.

Estamos viendo los fuertes dolores del parto de una nueva sociedad, sin capitalistas ni explotadores, la sociedad socialista.

Los agentes del cambio están empezando a despertar para cumplir su papel histórico que es destruir los estados burgueses por medio de revoluciones de masas, lideradas por los trabajadores para superar el capitalismo.

Pero todo lo que está destinado a morir se rehúsa a hacerlo. La burguesía intenta salvarse de su muerte llevándonos a cada vez mayores guerras, incluso nucleares.

Las guerras contrarrevolucionarias andan de la mano de las revoluciones, y vice-versa.

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