Argentina: el impacto de las elecciones sobre América Latina

El ministro de Economía, Sergio Massa, obtuvo el 36,68% de los votos válidos, por Unión por la Patria, el nuevo nombre del peronismo.

Javier Milei, de la Libertad Avanza, obtuvo 29,98% de los votos válidos.

Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio, obtuvo 23,83% de los votos válidos.

Juan Schiaretti, el peronista gobernador de Córdoba, obtuvo el 6,78% de los votos válidos.

Myriam Bregman, del FITU (Frente de Izquierda de Trabajadores Unificado), obtuvo el 2,7% de los votos válidos.

La segunda vuelta será entre Masa y Milei.

El abstencionismo fue récord desde la crisis del 2001, con casi el 26%.

De los aproximadamente 35 millones de argentinos habilitados a votar, comparecieron aproximadamente 26.300.000 electores.

Los votos blancos sumaron y los votos nulos (impugnados) sumaron aproximadamente el 3% del total.

En el Senado, los peronistas de Unión por la Patria aumentaron sus representantes en dos (para 34) y los macristas de Juntos por el Cambio perdieron nueve (para 24). Libertad Avanza de Milei salió de cero para ocho. Para tener mayoría se precisan 37.

En la Cámara de Diputados, con 257 diputados, se renovaron 130 bancas. Unión por la Patria quedó con 104, Juntos por el Cambio con 93 y Libertad Avanza con 39. Para tener mayoría se precisan 129.

En la Provincia de Buenos Aires, el kirchnerista Axel Kicillof fue reelecto.

El macrismo siguió con el control de la Provincia de Entre Ríos. 

En CABA, Ciudad de Buenos Aires, el candidato del derechista Horacio Larreta, Jorge Macri, por relativamente pocos votos fue a la segunda vuelta con el candidato del peronismo, Leandro Santoro. En este juego de cartas marcadas, Santoro renunció a disputar la segunda vuelta y ya le concedió la victoria a Jorge Macri, diciendo que Jorge Macri tendría el apoyo de Milei. De hecho, lo que parece más probable es que mientras Mauricio Macri apoya a Milei, Jorge Macri está negociando con Massa.

¿Por qué Massa venció en la primera vuelta?

Hubo una enorme campaña del imperialismo a favor de Sergio Massa.

La prensa capitalista hizo una fuerte campaña sobre que las propuestas de Milei, principalmente la dolarización, llevarían a Argentina a la bancarrota.

Los capitalistas argentinos preferían a Patricia Bullrich, pero la inminente bancarrota de la Argentina exige un control mayor del movimiento de masas y por eso el papel del peronismo es central.

China le concedió a Argentina dos préstamos importantes en yuanes que le permitieron funcionar, ya que no tiene reservas en dólares y aún perdió un juicio entablado por un grupo de buitres capitalistas en los Estados Unidos, por más de US$ 15 mil millones.

Lo que sucedió en Argentina siguió el mismo guión de Chile, Brasil y Colombia. En los tres casos hubieron candidatos de extrema derecha que facilitaron la unión de la “democracia” oficial en contra de los dictadores.

En el caso de las recientes elecciones en Ecuador hubo un pequeño ajuste. El imperialismo maniobró e impuso a la derecha, lo que fue facilitado por la política perdedora de la Revolución Ciudadana, tan perdedora como la candidatura de Fernando Haddad en Brasil, en 2018.

Por lo tanto, estamos frente a una política regional del imperialismo que precisa mantener el control de su patio trasero mientras se debate en su mayor crisis histórica lo que incluye como elemento central guerras que les son vitales para mover el complejo industrial militar, a pesar de que tienen enormes efectos colaterales.

Perspectivas

En la segunda vuelta, lo más probable es que gane Massa y que Milei quede en la reserva para el futuro.

A parte del probable apoyo de Jorge Macri, la mayor parte del Partido Radical y algunos partidos del FITU anunciaron la «libertad de voto» que en la práctica significa un llamado a votar en Massa.

Hay también sectores de Juntos por el Cambio que apoyan a Massa.

Lo mismo sucede con las cámaras empresariales.

Al final, Massa es el candidato favorito del Fondo Monetario Internacional y del gobierno Biden, los mismos que jugaron con el espantapájaro fascista que debería ser derrotado por su «democrático» agente.

Massa intentará armar un gobierno de unidad nacional para enfrentar la brutal crisis que vendrá porque Argentina se encuentra hoy en bancarrota y una inflación que llegó a los 140% en septiembre.

La burguesía quiere que los trabajadores y el pueblo argentino paguen el pato. Esa política no tiene muchas opciones alternativas. Así los duros golpes inevitablemente llevarán los trabajadores y el pueblo argentino a escalar sus luchas.

Lo que aún veremos es hasta que punto esa escalada sucederá y el impacto que tendrá sobre toda la región.

La gravedad de la crisis mundial inevitablemente está llevando al ascenso de masas a pesar de que en América Latina el imperialismo norteamericano se esfuerza para mantener la región pacificada y utilizarla como retaguardia en su campaña guerrerista.

El punto de partida es una enorme devaluación del peso lo que impondrá el aumento aún mayor de la inflación para un país dependiente de las exportaciones de trigo y soja.

Las “reformas estructurales” que la burguesía y el imperialismo buscan imponer básicamente es bajarle los ingresos a los trabajadores y la población más pobre por medio de la inflación y la retirada de los subsidios y derechos al trabajo.

El papel de las burocracias que controlan los movimientos sociales, principalmente el kirchnerismo, y de la CGT (Confederación General de los Trabajadores) cumplen un papel central en la contención de las luchas.

El peronismo perdió mucho de su capital político. La influencia de la CGT sobre el movimiento de base es muy débil. El kirchnerismo tiene mucha influencia en los sectores populares.

Ante la perspectiva de una gigantesca crisis capitalista resta ver hasta que punto esa contención funcionará y su efecto contagio sobre toda América Latina.