Rosalino Florez, Cusco te llora

Rosalino Florez Valverde, un joven de 22 años de origen humilde y dedicado a la gastronomía, encontró un destino desgarrador en las calles de Cusco.

Durante las manifestaciones que expresaban el descontento hacia la clase política y el Gobierno de Dina Boluarte, un agente de policía disparó brutalmente contra él, lanzándole 36 perdigones por la espalda a una distancia cercana.

La fatídica tarde del 11 de enero, Rosalino y Juan José salieron a las calles a expresar su descontento hacia la clase política como varios miles de personas a nivel nacional. Eran los días más calientes de las movilizaciones. La avenida 28 de julio sería el escenario de la crueldad. En el video se ve cómo Rosalino se refugia detrás de un árbol mientras la multitud huye de las Fuerzas del orden hasta quedarse solo. Un agente se le acerca con su arma y lo persigue.

El muchacho echa a correr y el policía le dispara por detrás una y otra vez hasta que se desploma y queda tendido sobre la pista. “Pensé que mi hermano también había corrido, pero se quedó atrás”, lamenta Juan José. La tomografía del ataque se asemeja a un tablero de tiro al blanco: un montón de puntitos desperdigados en la zona lumbar.

Esta inhumana agresión dejó a Rosalino agonizando por 69 días, luchando por su vida, con sus intestinos destrozados y su hígado afectado. ¿Acaso eso no es un acto de lesa humanidad? ¿Acaso el accionar de la policía no está direccionado desde los altos cargos del Estado Mayor del cual la presidenta es la actual líder? El saltarse los protocolos en las intervenciones policiales fue una acción continua, ¿Acaso una acción repetida por parte del actuar de una institución dedicada a la represión no es una línea de acción organizada y no un Acaso?

Su tragedia revela la cruda realidad de un Estado que debería proteger a sus ciudadanos, pero que en su lugar perpetra violencia contra ellos. El gobierno, encabezado por Dina Boluarte, carece de legitimidad tanto popular como legal.

Disparan en nombre de la democracia, pero desobedecen las mismas normas legales en las que pretenden sustentarse.

¿Acaso esta democracia representa la libertad para el 1% mientras explota al 99% restante?

Esta situación pone en evidencia un juego perverso que ha llegado a su fin. La sociedad peruana y, en un contexto más amplio, latinoamericano y mundial, comprende que lo que realmente existe es una dictadura del capital.

La verdadera democracia solo podrá renacer con la organización y el poder del pueblo. Ante este sombrío panorama, es imperativo que las organizaciones ronderas, campesinas, populares y clasistas, históricamente defensoras de los derechos y la justicia en las comunidades peruanas, tomen acción.

Estas organizaciones encarnan un faro de esperanza en un momento en que el gobierno y el Estado han demostrado su incapacidad para proteger a sus ciudadanos.

Deben seguir luchando por la rendición de cuentas, la transparencia y la VERDADERA democracia. Una en la que la voz del pueblo sea escuchada en cada momento de sus vidas y no solo cada 4 años en una urna. En esta lucha, encontrarán el camino hacia un futuro más justo y seguro para todos los peruanos.

Hoy fue el joven Rosalino… ¿Y mañana?