La III Guerra Mundial en preparación en Argentina

La presencia de barcos de la OTAN en aguas argentinas, autorizada por una ley del Congreso Nacional durante el gobierno de Alberto Fernández, despierta interrogantes sobre las implicaciones de un alineamiento sin restricciones.

El próximo 29 y 30 de mayo, el portaaviones nuclear USS George Washington, junto al destructor USS Porter y el buque logístico Lenthall, participarán en ejercicios militares con la Armada Argentina en el Atlántico Sur. Este evento, que cuenta con la participación de varios países, busca mejorar la interoperabilidad y fortalecer la confianza entre las fuerzas marítimas aliadas.

La autorización para el ingreso de tropas extranjeras, contemplada en una ley aún pendiente de aprobación en el Senado, genera controversias. Se destaca un gasto significativo a cargo de la Armada y la posibilidad de ingreso de tropas extranjeras hasta agosto del presente año.

La llegada no anunciada de naves francesas y estadounidenses a puertos argentinos y uruguayos son realizadas sin previo aviso a las autoridades locales.

El alineamiento total con la OTAN y potencias extranjeras, especialmente por parte de figuras como Milei, muestra como la política imperialista avanza con fuerza en la región valiéndose de agentes abiertos y también de los semi encubiertos.

La adquisición de aviones F-16 estadounidenses, sin armas de largo alcance debido a restricciones del Reino Unido, y la inspección de la base espacial china por presiones externas, evidencian el vasallaje al imperialismo.

Además, la suspensión del financiamiento de proyectos nucleares argentinos, bajo pretexto de preocupaciones geopolíticas imperialistas, pone en riesgo el desarrollo nacional y cualquier autonomía en materia energética. 

Proyectos como Atucha III, Carem y RA-10 se ven amenazados por el bloqueo presupuestario.

Milei y la jefe del SouthSom Laura Richardson

El breve coqueteo de Javier Milei con los «héroes de Malvinas» llegó a su fin de manera abrupta. El jueves 4 de mayo, se unió a la jefa del Comando Sur del Pentágono en un viaje a Ushuaia, localizada en el extremo sur de Argentina, acompañado por una extensa comitiva oficial que incluía a la Secretaría de la Presidencia, el Ministro de Defensa y el Jefe de Gabinete. 

Laura Richardson tenía la intención de visitar la base naval en la capital de Tierra del Fuego para evaluar el control del Atlántico Sur por parte de la Armada argentina y la viabilidad de construir un polo logístico. Esta visita, junto con la presencia de una base británica en las Islas Malvinas, crea un cerco en una de las áreas marítimas más estratégicas del mundo.

El vuelo de Milei y su séquito fue una respuesta al rechazo del gobernador fueguino, Gustavo Melella, de recibir a Richardson. Melella argumentó que Estados Unidos realiza prácticas militares junto a Gran Bretaña en el Atlántico Sur, recordando que, según la Constitución Nacional de Argentina, las Malvinas y sus aguas circundantes son parte de la provincia de Tierra del Fuego.

Más allá del reclamo histórico de soberanía sobre las Malvinas, la Constitución otorga esa soberanía a la provincia del extremo sur. Para potenciar esa soberanía y fomentar el comercio exterior, el estado fueguino está negociando con China la construcción de un puerto de aguas profundas, un proyecto con un impacto económico y geopolítico significativo para Argentina.

El gobierno de Milei ha fabricado una serie de incidentes en el Atlántico Sur para culpar a China por pesca ilegal, aunque el principal problema en la zona es la superposición de áreas entre la plataforma continental de Argentina y la autodesignada por Gran Bretaña alrededor de las Malvinas. Este conflicto territorial se ha intensificado, especialmente en ceremonias recientes en las que el gobierno argentino ha expresado su interés en profundizar los negocios con el Reino Unido en la zona.

El control del Atlántico Sur y la Hidrovía del Paraná son temas clave en la lucha de intereses capitalistas. El gobierno de Milei, convencido de que las injerencias militares estadounidenses en Argentina podrían liberar fondos para levantar restricciones económicas, está dispuesto a sacrificar la soberanía nacional en este proceso.

En este contexto de crecientes tensiones geopolíticas y comerciales, los trabajadores argentinos se enfrentan no solo a los ataques económicos y laborales, sino también al peligro de ser arrastrados a conflictos bélicos.

La guerra del imperialismo norteamericano contra China, en Argentina

La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) ha anunciado la falta de presupuesto para continuar con las obras de los reactores nucleares Carem y RA-10, así como para la central nuclear Atucha III.

El contrato con China para construir la cuarta central nuclear del país, Atucha III, que abastecería al Sistema Argentino de Interconexión (SADI) con una potencia eléctrica bruta de 1.200 MWe, se había firmado en 2022. 

Por su parte, el Carem (Central Argentina de Elementos Modulares), iniciado en 2014, es el primer reactor nuclear de potencia diseñado y desarrollado integralmente en Argentina y es considerado el proyecto más avanzado de su tipo en el mundo. Este reactor podría instalarse en lugares remotos para proveer energía.

El RA-10 es un reactor multipropósito que se está desarrollando en el Centro Atómico de Ezeiza y permitiría cuadruplicar la producción de radioisótopos de uso médico para estudios, además de producir silicio dopado por transmutación neutrónica, un material de alta demanda global para la producción de chips de computadoras de alta potencia, y ofrecer diversos servicios científicos y tecnológicos.

La presidenta de la CNEA, Adriana Serquis, ha presentado su renuncia dos veces debido al desguace de estos proyectos, pero no ha recibido respuesta. Explicó que las obras no están detenidas debido a la dificultad de hacerlo de un día para otro, pero se acumulan deudas porque prácticamente no están recibiendo pagos. La falta de respuesta por parte del Estado y la no autorización de pagos por parte del banco intermediario han llevado a una deuda actual de 7 mil millones de pesos en el caso del Carem.

El gobierno está despidiendo trabajadores y la UOCRA ha tomado medidas de fuerza que han requerido la intervención del Ministerio de Trabajo bonaerense para dictar la conciliación obligatoria.

A pesar de que el RA-10 está terminado en más del 80%, al Carem le falta completarse. Este último proyecto ya ha invertido 650 millones de dólares y requeriría cerca de 200 millones más para terminarse. Un proyecto similar en Estados Unidos cuesta 1.400 millones de dólares. La venta de un reactor de este tipo podría significar un ingreso de 4 mil millones de dólares. El RA-10, de ponerse en marcha, podría significar ingresos de 90 millones de dólares al año.

La preocupación de Estados Unidos por el desarrollo nuclear argentino es histórica, y han realizado inspecciones unilaterales en las plantas nucleares argentinas durante muchos años. El gobierno actual parece estar cediendo a las presiones estadounidenses, especialmente después de la visita de Laura Richardson, lo que ha acentuado el desfinanciamiento de los proyectos.

El verdadero temor es a los planes nucleares chinos, que son de gran escala y podrían superar a Estados Unidos como mayor generador de energía nuclear del mundo. China planea construir al menos 168 nuevos reactores en los próximos 15 años y espera exportar reactores al extranjero como parte de su «camino de la seda Atómico».

El gobierno argentino sacrifica proyectos nucleares beneficiosos para el país en función de alinearse con los intereses estadounidenses, lo que lleva a la paralización y desfinanciamiento de importantes obras de energía atómica.

La movilización de los pueblos de la región es la base para romper uno de los pilares más importantes de la política imperialista que conduce a la mayor guerra que la humanidad ya haya visto.