La elección de Trump y América Latina

La elección de Trump y América Latina

En un giro tan inesperado como Biden cayendo de las escaleras... Donald Trump, el hombre que algunos intentaron desterrar del juego electoral, emerge con más potencia que una conspiración ¿Que está por detrás?

Después de haber aplicado algunos juicios importantes a Donald Trump en varios estados, para impedirle participar de las elecciones presidenciales de este año, súbitamente, Trump aparece como el candidato con más potencial para ganar las elecciones.

¿Cómo esa magia fue posible?

¿Por qué Ron de Santis, el gobernador de Florida y ex candidato presidencial abandonó la carrera presidencial a favor de Trump?

¿Por qué fueron suavizados los juicios contra Trump?

Los Estados Unidos enfrentan un serio problema existencial como la principal potencia imperialista, que resume el imperialismo mundial.

La crisis capitalista mundial que se abrió en el 2008 aún no se cerró y escaló con mucha fuerza.

Los volúmenes de capitales ficticios, abiertamente especulativos, son gigantescos y crecen como una bola de nieve.

Cuando estaba para estallar nuevamente a partir de agosto del 2019, “providencialmente”, apareció la “pandemia” que permitió a los grandes capitalistas recibir ríos de dinero e imponer estados de sitio. Y con eso, evitar las bancarrotas en masa y las protestas que serían mucho mayores que las de 2009 a 2011.

Cuando para los grandes capitalistas las “soluciones fáciles” de la pandemia se estaban agotando, apareció la solución de una guerra de gran tamaño, empujando a una gran potencia nuclear, Rusia, a una guerra importante en Ucrania, a pesar de ser una potencia económica de segundo orden.

El fracaso de la gran guerra convencional

El objetivo de la guerra en Ucrania era seguir apretando a Rusia, bajar al gobierno Putin, dominar el mercado ruso y dividir el país en 20 países menores, pasando a controlar en primer lugar los recursos minerales. Algo que el imperialismo no tuvo tiempo de hacer en la década de 1990.

Se repitió el fracaso de la invasión a Irak del 2003 que pretendía ser un paseo para ser ampliado a Irán, con los Estados Unidos pasando a controlar directamente el petróleo del Oriente Medio.

Lo peor fue que la presión sobre Ucrania acabó afectando el sistema capitalista mundial de conjunto, principalmente la agudización de la crisis en Europa, que es uno de los principales polos de la estabilidad capitalista mundial.

En paralelo, de la nada, sin la manito de los propios rusos, estallaron los movimientos nacionalistas en África Occidental y principalmente, la guerra en Gaza el 7 de octubre del 2023, que se extendió a una guerra regional, por ahora controlada.

Tanto en la guerra de Ucrania como en el Oriente Medio, el imperialismo está cosechando importantes derrotas.

La agresión sionista contra los palestinos llevó a las mayores protestas de masas desde la guerra de Vietnam.

El imperialismo se prepara para ir a una guerra mundial nuclear

El imperialismo norteamericano y sus aliados no pueden permitirse el lujo de perder la hegemonía y el control de las palancas del mercado mundial, sin hacer todo lo posible para impedirlo.

Nunca el mercado mundial hasta ahora fue dividido sin una gran guerra.

Trump representa la política, que ya la aplicó en el primer gobierno, de fortalecerse internamente como preparación para irse a una gran guerra.

Esa política pasó a ser apoyada por sectores mayoritarios de la burguesía imperialista ante las derrotas en Ucrania y en el Oriente Medio principalmente.

Como los Estados Unidos no tienen condiciones de irse a una gran guerra convencional porque las posibilidades de perder son enormes, solo pueden irse a un terreno donde tengan alguna posibilidad de ganar.

Eso no significa que no seguirán aplicando todo tipo de desestabilización y chantajes, conocidos hoy como “guerras híbridas”, ni que dejarán de usar y participar de guerras convencionales.

Militarización generalizada, inclusive de América Latina

La economía de los Estados Unidos pasó a funcionar volviendo la revitalización del complejo industrial militar, que está produciendo a todo vapor para atender a las guerras actuales.

Con las derrotas inminentes en Ucrania y el Oriente Medio, y parcialmente en África, el imperialismo deberá dar una pausa en las guerras convencionales.

¿Qué hará?

En primer lugar, buscará fortalecer las fuerzas militares imperialistas y pro imperialistas en todo el mundo.

Toda Europa y lo que sobrara de Ucrania será armado y nuclearizado hasta los dientes. Hace pocos días los Estados Unidos movieron armas atómicas hacia Inglaterra.

Lo mismo se aplica para Canadá, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelandia.

En segundo lugar, la retaguardia estratégica de los Estados Unidos, América Latina, será apretada hasta más no poder, como fuente de recursos. La entrada de otras potencias en la Región será enfrentada y el movimiento de masas contenido por todos los medios posibles, principalmente la represión a partir del nuevo Plan Cóndor 2.0.

En tercer lugar, el imperialismo intentará apretar a los países que balancean sus relaciones con el principal enemigo, China y sus aliados. Eso vale principalmente para los países asiáticos, como la ASEAN [Asociación de los Países del Sudeste Asiático], India y Pakistán.

En cuarto lugar, las burguesías buscarán repasar el creciente insoportable de la mayor crisis capitalista de todos los tiempos sobre los trabajadores y los pueblos oprimidos con aún mayor intensidad, lo que generará la agudización de la lucha de clases.

La guerra nuclear y la lucha revolucionaria

Una visión importante para la lucha antiimperialista es si el imperialismo hegemónico puede llevarnos a una guerra nuclear, y en qué proporciones.

La “izquierda” oportunista y reformista le hace eco a la propaganda imperialista de que una supuesta guerra nuclear sería imposible porque podría acabar con el Planeta.

De hecho lo que puede impedir la guerra nuclear es la lucha revolucionaria de los trabajadores y los pueblos oprimidos.

La burguesía es la personificación del capital, de todas sus leyes, como Karl Marx lo describió brillantemente en la obra cumbre del Socialismo Científico, El Capital. Por esa razón, hará todo lo que sea necesario para mantener su dominación.

A lo único que la burguesía realmente le teme, y que es lo único que puede detenerla, es el miedo a la revolución socialista mundial, que implica la expropiación de los parásitos que hoy son los dueños de los grandes medios de producción.

Para superar el capitalismo, es preciso destruir la cáscara represiva y reaccionaria que lo protege, el estado burgués.

En el caso de los Estados Unidos funciona como una especie de policía mundial, como un resumen del capitalismo mundial, a pesar de haberse debilitado mucho, en términos estructurales, desde el 2008.

Por lo tanto, sin lucha de masas, la guerra nuclear sí es posible y hasta una necesidad para el capitalismo.

Lo único que puede detenerla es la lucha revolucionaria de masas.

Los trabajadores y las masas entran en movimiento debido a la insoportable presión del capital y del imperialismo en crisis.

La tarea de los revolucionarios consecuentes es llevarle la consciencia a las masas en lucha desde afuera, y fundirse con ellas.

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