El cielo muy negro, pero con luz al final del horizonte

Cuando observamos lo que está sucediendo en el mundo, lo que se ve a simple vista, es todo negro, casi como si no hubiera salida.

La guerra en Ucrania, vientos de guerra en Taiwán y en Mar del Sur de China. Situaciones tendientes a guerra en varias otras regiones, como Sudán, Etiopía, África Central; Pakistán, Afganistán e India; Península de Corea.

La mayor crisis capitalista mundial avanza rápidamente sobre Europa, Estados Unidos y todos los países avanzados.

China se mantiene, pero los desequilibrios son crecientes. El reciente anuncio de la suspensión de la construcción de la mayor fábrica de baterías de litio por la empresa china CATL, en los Estados Unidos, y su transferencia a Hungría, por un valor superior a los siete mil millones de euros, muestra que en la búsqueda por las mayores ganancias, lo que prevalece es el sentido de las mayores ganancias a cualquier costo.

China es una potencia regional, la más importante, que pugna por transformarse en una potencia imperialista. Y es presionada en ese sentido por el propio desarrollo de las contradicciones sociales internas que fortalecen el desarrollo de las tendencias revolucionarias.

Cuando miramos para América Latina, vemos el deterioro de la situación en todos los sentidos conforme aumentan las presiones del imperialismo norteamericano que precisa preparar su patio trasero para avanzar en dirección a la guerra, como su “salida” para su mayor crisis de todos los tiempos.

La luz que se ve al final del horizonte son las luchas que empezaron a aparecer, bajo la presión de la agudización de la crisis capitalista. Los trabajadores y las masas empezaron a entrar en movimiento y son empujados a la lucha. Esa será la tónica del próximo período: guerras contrarrevolucionarias, revueltas y revoluciones.