RIP Alemania

Ahora son los Estados Unidos contra China

El sabotaje terrorista contra los dos gasoductos entre Rusia y Alemania representa el fin de Alemania como potencia imperialista de primer orden.

El suceso de la industria alemana estaba basado desde hacía varias décadas en la energía barata rusa, en la mano de obra barata de la Europa Oriental y en los bajos gastos militares.

El excedente le permitía a la burguesía alemana mantener un alto nivel de vida a su población y al mismo tiempo funcionar como un colchón contra la desestabilización de Europa.

Por ejemplo, cuando la crisis del 2008 golpeó muy fuerte a Grecia, Portugal, España, Italia e Irlanda, hubo un importante aumento de la emigración de esos países en dirección a Alemania.

Ahora las industrias alemanas empezaron a entrar en colapso debido a los altos precios de la energía que impactan fuertemente los precios finales de las mercancías.

Uno de los principales objetivos del imperialismo norteamericano siempre ha sido evitar la alianza entre Rusia, que es una importante fuente de materias primas, y Alemania, que es una potencia industrial.

Esa es la base de la oposición a una de las dos políticas principales de la burguesía china, la Nueva Ruta de la Seda, que tiene como objetivo justamente facilitar el envío de mercancías chinas a Europa y viceversa.

Con el atentado, que probablemente fue hecho por el imperialismo norteamericano, contra los gasoductos el grueso de esa política queda liquidada.

Una política de crisis

La venta de gas norteamericano a Europa puede ser una realidad hoy, aunque precisa de la construcción de caros terminales de gas LNG. El precio lo pagarán los europeos, algo así como el doble de lo que pagan hoy por el gas ruso.

Aparte de eso, el gas producido a partir de la tecnología conocida como fractura hidráulica es altamente destructiva y está con sus días contados.

El agotamiento de los campos es muy rápido, va junto con brutal destrucción del medio ambiente y requiere inversiones continuas.

De hecho el imperialismo norteamericano, como potencia dominante, dejó claro quien manda en las potencias imperialistas secundarias.

Alemania ahora está condenada a convertirse en una potencia secundaria, engolfada por la recesión, la inflación, el desempleo, la desindustrialización y la desestabilización social.

La presión aumentó también sobre Turquía. Varios bancos anunciaron que no aceptarán más el MIR, el sistema de pagos de Rusia, a pesar del gobierno de Erdogan haber anunciado lo contrario. Debemos aguardar que en breve aumentarán las presiones en contra del gasoducto Rusia – Turquía y la política de ésta ingresar en la SCO (Organización de Cooperación de Shanghái).

En la lucha a muerte por el control del mercado mundial, cada vez queda más clara la existencia de dos bloques principales. El liderado por el imperialismo norteamericano, que precisa matar o controlar a todos los competidores, y China, que precisa seguir expandiéndose para evitar la explosión de las propias contradicciones internas.

Varios funcionarios del primer rango de los Estados Unidos ya han declarado que el principal enemigo de todos los tiempos es China.

Y en los bastidores aún tenemos el gran enemigo de todas las burguesías en su conjunto, los trabajadores movilizados.

Esto aún no sucede, pero el rápido desarrollo de la crisis capitalista impone que esa será la realidad en el próximo período.

Nuestro deber como verdaderos revolucionarios es prepararnos seriamente para actuar desde ya con mucha energía en el sentido de ayudar a organizar las luchas de los trabajadores y de los oprimidos.