¿Los trabajadores votan en el fascismo?

La “izquierda” oportunista divulga que los trabajadores serían los culpables por las altas votaciones en los fascistas. El problema sería que los trabajadores no sabrían votar.

El problema es que el menú de las elecciones burguesas es cada vez más controlado y limitado.

En Italia, por ejemplo, ¿cuáles eran las alternativas que los trabajadores tenían en las recientes elecciones?

La “izquierda” socialdemócrata del PD (Partido Democrático) y la Unión Popular de la Rifondazione Comunista son a favor del gobierno fascista de Ucrania, de los repases obscenos de recursos para los banqueros que genera inflación y miseria para los trabajadores, a favor de la Unión Europea y de la OTAN (Organización del Atlántico Norte), a favor de las políticas imperialistas en todo lo fundamental, hasta sobre la fraudulenta “pandemia”. O sea son las mismas políticas que defiende la fascista Meloni.

Lo mismo puede decirse sobre las posiciones de Syriza en Grecia, de Podemos en España, de Melenchon en Francia o de los Verdes en Alemania. Todos funcionan en la orquesta del imperialismo norteamericano.

Las políticas aplicadas contra los trabajadores desde el 2008 fueron defendidas unánimemente por todos esos partidos de “izquierda”, abriendo camino a los ataques contra cualquier forma de organización independiente de los trabajadores y al fortalecimiento del fascismo.

Las protestas de los trabajadores empiezan a escalar en todo el mundo, principalmente en Europa.

El alto crecimiento del abstencionismo es parte de la protesta silenciosa de los trabajadores contra el régimen político de conjunto. En Italia por ejemplo saltó del 10% en la década de 1980 para el 37%.

Los trabajadores son muy concretos. Ellos precisan resolver problemas concretos y actúan en el sentido de resolverlos. En principio, esa característica puede llevar a la contrarrevolución. El problema es que el capital en crisis no tiene como resolver los problemas de los trabajadores; muy por el contrario. Y esa condición lleva a la revolución.

Para los oportunistas, que hoy no pasan de agentes del imperialismo, la táctica electoral es convertida en estrategia.

Para los verdaderos revolucionarios, las elecciones burguesas no pasan de una plataforma de agitación y propaganda de la política revolucionaria. Y absolutamente nada más que eso, salvo casos muy excepcionales y localizados.