John Erik Enciso Arias asesinados por la institución de la cual aspiraba ser parte

John Erik Enciso Arias asesinados por la institución de la cual aspiraba ser parte

"Sin armas ni amenazas, solo observaba el acto, Pero la violencia estatal le arrebató el pacto. Una ejecución sin juicio, un acto sin razón, En un país donde reinan impunidad y confusión"

John Erik Enciso Arias, un joven de 18 años con sueños de convertirse en policía, que perdió trágicamente la vida a manos de esa institución de la cual anhelaba ser parte el 12 de diciembre. John Erik, hijo de agricultores y hablante de la lengua quechua, se encontraba en el penúltimo año de secundaria y disfrutaba de su tiempo libre jugando al voleibol con sus amigos.

Ese fatídico día, junto con su cuñado y un amigo, decidió visitar a su madre en Andahuaylas y solicitar algo de dinero para inscribirse en un torneo de voleibol. Sin embargo, debido a la intensa presencia de gas lacrimógeno en las calles del centro, decidieron buscar refugio en el Cerro Huayuaca para respirar aire fresco y alejarse del caos. Lamentablemente, poco después, la policía abrió fuego contra los manifestantes que observaban la situación, y John Erik resultó gravemente herido por una bala a las 16:00 horas aproximadamente.

Según la necropsia realizada por el Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público, John Erik recibió un disparo en la cabeza que le causó un edema cerebral. La trayectoria de la bala indicaba que la misma había ingresado desde atrás y ligeramente desde la izquierda, lo que concordaba con su posición en el momento de la muerte, como se observa en un video verificado por Amnistía Internacional. Además, el análisis de las imágenes de la necropsia mostró que John Erik no portaba ningún tipo de arma de fuego en el momento de su muerte.

Nuevamente, como se ha detallado en todos los materiales que Primera Línea Revolucionaria ha dedicado a los más de 70 asesinados a manos del régimen golpista de Dina Boluarte, apoyado por el imperialismo norteamericano, las acciones policiales estaban dirigidas a matar o causar heridas graves. Los disparos fueron efectuados apuntando a la cabeza y al torso, utilizando armas letales.

Este trágico incidente se asemeja a la muerte de otro joven, Wilfredo Lizarme Barboza, de 18 años, quien también estaba sentado en el cerro observando los acontecimientos y resultó mortalmente herido por una bala. Ambas víctimas eran estudiantes sin armas de fuego ni participación activa en los disturbios.

Las palabras de un policía de Apurímac, entrevistado bajo condición de anonimato por Amnistía Internacional, subrayan la falta de justificación para el uso de la fuerza letal en este caso.

La hermana de John Erik, Janet Enciso Arias, ha exigido justicia para su hermano, quien perseguía su sueño de convertirse en policía y trabajaba duro para apoyar a su familia.

En un contexto donde las violaciones de derechos humanos, incluso hasta el asesinato, quedan impunes, es evidente que la democracia está gravemente cuestionada. Este caso de ejecución extrajudicial de un joven que aspiraba a servir en las fuerzas de seguridad, las mismas que le quitaron la vida, subraya la urgente necesidad de rendición de cuentas y justicia en un sistema donde la violencia policial no puede ser tolerada si aspiramos a vivir en una verdadera democracia.

La policía es una institución dirigida a controlar a los pueblos. Es el mecanismo legal de la represión Estatal. El estado hoy, detenta el monopolio de la fuerza legítima, por lo cual, establece guerras contra enemigos des-armados. ¿Acaso podemos hablar de democracia mientras haya instituciones construidas para aplacar a su propio pueblo?

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