La Intervención de Estados Unidos en Ecuador y el Paralelismo con el Plan Cóndor bajo la Excusa del Combate contra el Terrorismo

La Intervención de Estados Unidos en Ecuador y el Paralelismo con el Plan Cóndor bajo la Excusa del Combate contra el Terrorismo

El "conflicto armado interno" cae como dedo en el anillo, en un momento en el cual Estados Unidos pierde control y legitimidad ante la guerra contra Rusia en Ucrania, y donde, mundialmente es observado al patrocinar la guerra contra Palestina

Este artículo examina la reciente intervención de Estados Unidos en Ecuador, enfocándose en la llegada de altos funcionarios militares y antinarcóticos bajo la premisa de colaborar en la lucha contra el crimen organizado. Detrás de esta aparente colaboración, se esconde una intromisión relacionada con la actual crisis económica que azota al mundo y principalmente a las grandes potencias como lo es Estados Unidos.  

La historia reciente muestra similitudes entre esta intervención y el Plan Cóndor, destacando la táctica de intervención estadounidense en la región.

Debemos recordar que la llegada de la general Laura Richardson a Ecuador en 2022, en medio de una crisis interna, para participar de la II Reunión Cumbre de Seguridad, confirmó la instauración de un «Plan Cóndor 2.0» para toda América Latina. 

Hoy nuevamente en el 2024, vemos la llegada de la jefa del Comando Sur, la general Laura Richardson, y otros altos funcionarios antinarcóticos y diplomáticos estadounidenses a Ecuador, lo ha levantado preguntas sobre la verdadera motivación detrás de esta cooperación. Bajo la apariencia de combatir el crimen organizado, Estados Unidos busca apretar la situación política y económica en la región.

La violencia en Ecuador es real, por un lado la violencia de grupos paramilitares vinculados y controlados por el Estado, y por otro la violencia del sistema y del imperialismo norteamericano que busca pasarnos la cuenta de su crisis a las grandes mayorías. 

La acción conjunta de toma de rehenes, cárceles, balaceras en las calles, no es algo que se organice de un día para el otro, y menos algo que no haya sido “teleguiado” desde arriba. 

El contexto histórico del Plan Cóndor, una estrategia de coordinación represiva entre dictaduras latinoamericanas en las décadas de 1970 y 1980 con el apoyo de Estados Unidos, sirve como referencia. 

La reciente escalada de violencia en Ecuador, con motines carcelarios, secuestros y ataques armados, lo que llevó al presidente Noboa a declarar un «conflicto armado interno» cae como dedo en el anillo, en un momento en el cual Estados Unidos pierde control y legitimidad ante la guerra contra Rusia en Ucrania, y donde, mundialmente es observado al patrocinar la guerra contra Palestina y generar nuevos conflictos en oriente medio como es contra los rebeldes de Yemen. 

Es bajo este contexto, que en nuestra América Latina, Estados Unidos ha aumentado su presencia como forma de “mantener el control en el patio trasero” y en palabras de la propias Laura Richardson en un evento del Atlantic Council -un think tank con estrechos lazos con la OTAN-  “60 por ciento del litio del mundo se encuentra en ese triángulo, necesario hoy en día para la tecnología (…) tenemos el 31 % del agua dulce del mundo en esta región. (…) Tenemos que empezar nuestro juego”. 

Es así, que bajo las palabras de la propia funcionaria de los Estados Unidos enviada consecuentemente a cada uno de los lugares donde los Estados Unidos necesita “asegurar la democracia” que extendemos la observación de que lo que sucede en Ecuador no es más que otras de las operaciones para imponernos la subordinación hacia el imperialismo norteamericano. 

¿Por qué? 

Una parte de la explicación está en la introducción de este texto. En momentos de crisis la guerra es una de las salidas para dar un respiro antes de ahogarse, y yéndose a la guerra los Estados Unidos necesitan asegurarse que tienen una buena reserva de recursos a su disposición. Más aún, si esa reserva queda a espacios inmediatos de su territorio, lo que también le representa un peligro inminente de ataque. 

Es la aplicación de un Plan Cóndor 2.0, como parte de una Doctrina Monroe actualizada, donde los ataques a los derechos democráticos, cada vez más, poco tienen que envidiarle a las dictaduras que asolaron nuestra región en la década de 1970.

No podemos olvidar que desde el 2001 la lucha “antiterrorista” de los Estados Unidos ha sido usada con mucha intensidad para imponer sus intereses, masacrar pueblos enteros, socavar revoluciones y mover la industria armamentística. 

Los terroristas en el Perú y en América Latina son todos aquellos que se movilizan contra el sistema.

Los terroristas en Chile eran los primera líneas que se movilizaban contra los carabineros y el sistema neoliberal. 

En Ecuador los terroristas no son las bandas criminales y si los movimientos comunistas y revolucionarios. 

En Palestina los terroristas no sólo serían los grupos de la Resistencia, sino también lo son los civiles y las agrupaciones que se levantan en resistencia a la ocupación. 

En Ucrania los terroristas serían los propios ucrunianos que no se someten a la política imperialista y neocolonial de USA. 

En Yemen los terroristas serían los Houthis porque se oponen a la intromisión de la UE y EUA en su país.

En África los terroristas serían los grupos que se movilizan para romper lazos e independizarse de la subordinación a las grandes potencias.

En España los terroristas serían los comunistas y los Independentistas.

En Irlanda los terroristas serían las poblaciones organizadas contra el régimen y el neocolonialismo.

En Europa terroristas serían los migrantes.

En Canadá los terroristas serían los que se oponen a las políticas guerreristas del gobierno. 

La lista de “terroristas” es larga, y en esencia en ellas siempre se oculta que la crítica va directamente a poner en tensión el papel de una ínfima capa de personas que quieren seguir controlando el mundo a costa de la vida de miles. 

Hoy todos seríamos terroristas para el imperialismo y sus lacayos locales.

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