EDITORIAL: Entre la parálisis y la mayor crisis capitalista mundial

La crisis capitalista sigue golpeando con mucha fuerza el sistema capitalista mundial en su conjunto.

Los grandes centros enfrentan la peor situación del capitalismo en 40 años, cuando la crisis mundial que se abrió en 1974 solo fue cerrada con la imposición del llamado “neoliberalismo”.

La crisis del 2008 cerró la cierta estabilidad de las ganancias de las grandes empresas capitalistas, en un período que fue marcado por grandes crisis parciales, pero en general localizadas.

Debido a las crecientes dificultades para imponer una política alternativa al “neoliberalismo”, los sobresaltos no han parado, principalmente desde 2012.

En 2019, la crisis estaba para estallar con mucha fuerza nuevamente, y con América Latina en la línea de frente en dirección al precipicio. Fue contenida con la “pandemia”, que de hecho fue una solución en lo fundamental militar, con fuertes estados de sitios para evitar cualquier protesta contra los obscenos repases de recursos públicos a los grandes capitalistas.

La situación se había vuelto tan grave que hasta las curvas de “remuneración” de la especulación financiera se habían invertido.

¿Qué está por detrás del aumento de la agresividad del imperialismo?

A finales del 2021 y principios del 2022 los síntomas de un estallido capitalista volvieron a aparecer.

Ahora la crisis se fue a las nubes en países tradicionalmente muy estables, como Alemania, Inglaterra y Francia.

Las luchas siguen proliferando aunque mantenidas bajo control por la burguesía.

En América Latina, las maniobras del imperialismo norte-americano incluyen la imposición de gobiernos “izquierdistas” pero muy derechizados, como Boric en Chile, Petro en Colombia y Lula/ Alckmin en Brasil.

¿Hasta cuándo la contención de las luchas será posible?

¿Hasta cuándo el capital podrá convivir con el aumento exponencial de los capitales ficticios, con la inflación aumentando y la economía en recesión?

La “salida” capitalista para la crisis solo puede ser la guerra.

La salida de los trabajadores y los pueblos para la crisis es la lucha contra el capital. Y el deber de los revolucionarios es organizar las luchas que inevitablemente seguirán surgiendo conforme la crisis capitalista continúe escalando.